Para los que pensamos que en el ciclo Bianchi fue todo perfecto, tenemos que tener en cuenta que entre tanta vuelta olímpica y tanto éxito, hubo algunos caídos en combate. Así que vaya un merecido homenaje a Héctor Federico Carballo, matungo corpulento mediocampista que la realidad lo fue empujando hasta ser marcador central.
Su arribo en 1997, ya con 17 largos años y proveniente de las inferiores de Ferro, significó un apellido más que buscaba darle vida al incipiente proyecto de inferiores que había encarado Boca desde la asunción de Macri.
Por esas cosas del negocio destino anduvo a préstamo por México hasta volver a recalar y tener sus quince minutos de fama. Estamos hablando de mediados de 2003.
El 29 de junio, horas antes de la quinta conquista de América frente al Santos en el Morumbí, un Boca muleto, esos que Bianchi sacaba de la galera, dio cuenta de Independiente en la Bombonera por la fecha 18 del Clausura. Dio un poco de cosa ver a Wily Caballero, Jerez, Joel Barbosa, Carballo y el Pampa Calvo defendiendo el arco boquense. Y pese a los sofocones del final, tenemos que aceptar que la victoria 3-1 es un excelente debut.
Al domingo siguiente, cuestiones organizativas (?) le dieron su segundo partido oficial en la primera de Boca. Porque mientras dirigentes, plantel y cuerpo técnico festejaban en La Boca la Copa Libertadores, nuestro homenajeado y Osella, Barbosa y Magnano en defensa sufrieron la falta de códigos potencia ofensiva de Lucho Figueroa y Messera. Aquel domingo 6 de julio de 2003, los siete goles de Central cerrando el campeonato local hirieron gravemente a esa camada de pibes dirigidos interinamente por Regenhardt.
Hubo a las semanas un par de amistosos en la pretemporada, con presentación ante el Betis en Sevilla y todo. Pero ya había olor a despedida.
Sin embargo allá por mediados de junio de 2004, estamos hablando de un año después, de repente la suerte de Boca en el Clausura, quedó en los pies de un mediocampo inédito para luchar en el Carminatti contra Olimpo: Ormazábal, Christian Ríos, Carballo y Pablo Álvarez. El 2-0 a favor que terminó en 2-2 casi sepultó las ilusiones boquenses. Menos mal que siempre existe un River para eliminar de la Copa y tenerlo a mano para el gaste.
La cierto es que Carballo no jugó nunca más en Boca. Tres partidos oficiales, cero gol y un destino nómade: Kuala Lumpur, Venezuela, la B de Chile y más tarde Guaraní de Paraguay, con quien Boca se cruzó en partidos oficiales de Copa Libertadores.