En teoría (?), los hinchas de Boca deberían haber estado aquel domingo 4 de septiembre de 1977 con la cabeza puesta en las finales de la Copa a jugarse contra el Cruzeiro. Pero las circunstancias obligaron a poner todos los sentidos en el bochorno que terminó con el partido frente a Estudiantes por la fecha 26, suspendido a los 18 minutos del primer tiempo.
¿Y por qué tan rápido? Porque pasó de todo pero principalmente por ocho minutos a puro banderín arriba del señor Aranguren, quien hacía su trabajo (?) sobre los viejos palcos que daban sobre la calle Del Valle Iberlucea. Este dato parece de relleno, pero no lo es.
El Boca juvenil que puso el Toto Lorenzo en cancha salió a arrinconar al Pincha. Y bastante bien la venían llevando Pantera Rodríguez, Silguero, Sánchez Sotelo, Hugo Alves, Ricardo Alonso, Abel Alves, Sala, Daniel García, Cibeyra, Husillos y Carlos Ortiz. Pero en ocho minutos una apacible tarde de domingo se convirtió en Vietnam (?).
A los 10, Cibeyra tira un centro sobre el área, Husillos salta, le gana al arquero y clava un tremendo cabezazo en el arco de Estudiantes. El línea, el señor Aranguren, levantó la bandera y anuló el gol por offside de Husillos. Dudoso.
A los 13, un pelotazo en profundidad, dejó a Aníbal Alves, perfectamente habilitado, de cara a Pezzano. Aranguren levanta su bandera y en un clarísimo error, el juez del partido Feola, convalida el offside. Empezaron los primeros insultos.
A los 15 Ortiz recibe la pelota en offisde pero el árbitro deja seguir. Tras una serie de rebotes en el área, Abel Alves dispara fuerte y convierte el gol. En pleno festejo, Aranguren levanta la bandera y Feola anula otra vez un gol. Esta vez hay que decir que estuvo bien anulado, pero a destiempo.
La Bombonera estalló en insultos y en el mítico “...aserrín, aserrán, de La Boca no se van...”. El partido siguió unos minutos pero dentro de un clima en donde las tribunas estaban con bastantes (?) ganas de hacer justicia por mano propia. A los 17 empezaron a caer algunas piedras desde los palcos y a los 18 una hizo blanco sobre el juez de línea. El señor Aranguren con sangre en su cabeza, fue ayudado por la policía a abandonar el campo de juego mientras Feola suspendía el partido.
Minutos más tarde, el comisario deportivo confirmó las palabras exactas de Feola: “el clima del aprtido ya no es normal”. Y off the record daba a entender que con 72 minutos por delante no había certezas de qué pasaría con algún nuevo gol anulado a Boca o algún fallo que por esas cosas de la vida (?) favoreciera a Estudiantes. Y la verdad, es entendible.
Mientras tanto, el Puma Armando no se andaba vueltas: “...hay una guerra desatada contra Boca. Nos quieren enfrentar con el resto del fútbol argentino. Imagínense, con el Cruzeiro ya en Buenos Aires, nos viene a suceder esto...”.
La historia continuó un par de semanas más tarde, el 20 de septiembre y en cancha de Racing. Para la reanudación y ya con la Libertadores en las vitrinas boquenses. Boca cambió a todo el equipo menos al arquero. A saber: Pantera Rodríguez, Pernía, Tesare, Mouzo, Tarantini, Chapa Suñé, Bernabitti, Marito Zanabria, Mastrángelo, Pavón y Ríos. Y finalmente con un gol de Pernía faltando cinco minutos Boca se trajo los dos puntos del Cilindro de Avellaneda.