A River se le podrá ganar 5-1 o hasta hacerle un gol con muleta, buenísimo. Pero dejarlo de garpe como pasó el miércoles 9 de marzo de 1977 es tocar el cielo con las manos (?). Así de fácil. Hecha la introducción, vamos a lo que nos importa.
Bombonera llena para presenciar la apertura del grupo I de la Copa Libertadores 1977, entre el Boca de Juan Carlos Lorenzo y el por entonces vigente sub-campeón de América, dirigido por Ángel Amadeo Labruna. Las crónicas de la época hablan de una especie de tornado desatado en la ciudad de Buenos Aires mientras se jugaba el superclásico, pero lo cierto es que el temporal que cayó sobre la cancha de Boca fue de temer (?). Bah, de temer por lo menos para River que se mostró bastante contenido en ataque y sin poder ganar ninguna pelota dividida. Pero Boca, amo y señor del partido, no pudo plasmarlo en la red y empezó a resignar la idea de arrancar con dos puntos su aventura de ganar de una vez por todas su primera Copa.
Y entre Boca que iba y no podía generar situaciones claras, y River todo metido atrás y hasta tirando una contra en el segundo tiempo con un remate peligroso del Negro Ortiz, llegamos sin pena ni gloria a los 43 del segundo tiempo, momento cúlmine en el aréa del Riachuelo. Felman encaró por enésima vez buscando la raya de fondo, pasó a Lonardi, pero el defensor millonario dejó la patita colgando e hizo trastabillar al delantero boquense. ¿La pierna del jugador de River buscó a la del jugador de Boca o viceversa? Qué carajos importa difícil estar en los botines de Luis Pestarino y escuchar el alarido que debe haber bajado desde las tribunas de la Bombonera.
La cosa es que el juez cobró penal y luego de varios minutos de lloriqueo protestas encabezadas por Mostaza Merlo y Comelles, Roberto Mouzo puso la pelota contra el piso para ajusticiar a Fillol. Pero faltaba la frutilla del postre (?). El remate de Mouzo pegó en el palo y la pelota, tras pegar en el talón del Pato, quedó picando casi en la línea del arco y gracias a Dios, lo suficientemente alejada de una posible reacción del arquero riverplatense. Mouzo picó embalado y reventó el arco metiéndose con pelota y todo. Tan glorioso como para verlo hasta el cansancio. Algo similar a lo de Porté contra Unión en 1984 o, según cuentan, a lo de Pancho Varallo en el primer superclásico del profesionalismo.
La victoria final 1-0 dio metros de tela para cortar, en especial a los protagonistas. Y arrancamos, como corresponde, con el triunfador, el gran Roberto Mouzo: "...no quise colocarla junto al palo, pero me salió justo al rincón. La pelota le rozó en los dedos y pegó en el palo, después le pegó en la espalda, y no sé si se metía sola. Pero no dudé. Enseguida corrí para asegurarla...”.
Por su parte, Ubaldo Matildo Fillol hizo su descargo hablando a corazón abierto: “...me moví hacia la izquierda cuando le pegó y traté de estirarme todo lo que pude. No la toqué, pero no podía ser gol porque llegué justo hasta el poste. Me pegó en el talón y le quedó justa para que la empujara. Ya no tenía tiempo de darme vuelta y tirarme sobre la pelota. Me quería morir. Lo atajaba, seguro que lo atajaba. Es increíble. Si no va al palo, lo atajo...”.
.Gracias a Guille de Boca Videos por la colaboración