Todos tenemos escrito un destino. Y los astros, cuando se alinean, son capaces de cualquier cosa con tal de que pase lo que tiene pasar. Y así como en 2012, D’Angelo se vio inesperadamente catapultado a la valla boquense gracias a los ligamentos de Orión y el aductor de Ustari, hubo un caso similar a mediados de los setenta: el caso (?) Roberto Antonio Del Prete.
Arquerito del semillero boquense made in La Candela, que tuvos dos guiños del destino: la convocatoria de Gatti para una gira con la selección Argentina y el bajón anímico de Biasutto tras un par de actuaciones muy poco convincentes.
Pero el arco de Casa Amarilla pareció no pesarle a Del Prete la tarde del 4 de abril de 1976 cuando Boca recibió a Atlanta por el Metro. El pibe cordobés clase 1954, llegó caminando, levantó los brazos al recibir la ovación y se hizo la señal de la cruz.
La tarde fue tranquila gracias al triunfo 3-0 sobre los Bohemios pero un par de centros y un tiro de media distancia lo pusieron en el centro de la escena. Y la prueba la superó reafirmando su condición de arquero prometedor
Tras la goleada tuvo su cuarto de hora de frente a los micrófonos: “...más contento imposible. Debutar en Boca, ganar con amplitud y terminar con el arco invicto es todo un sueño...”. Poco original, pero a pura emoción (?).
Bien entonces por Del Prete que jugó ese partido, sus únicos 90 minutos en el arco boquense, lo mantuvo en cero y nunca más pudo tener otra oportunidad de mostrarse. Ser tercer arquero con Gatti recién llegado a Boca fue determinante. En 1977 pasó a Platense y más tarde terminaría sus días como futbolista en Ecuador.