Tras la partida de Nolberto Solano al fútbol inglés a mediados de 1998 y aprovechando la buena imagen que había dejado, algún oportunista tiró el nombre de José Antonio Pereda para reemplazarlo, algún dirigente compró la idea y muchos hinchas caímos en la trampa. Supuestamente en el enroque de peruanos, Boca salía favorecido ya que el Chino tenía la misma técnica que el Ñol, pero más visión y más llegada de mitad de cancha para adelante. Pero evidentemente algo falló.
Debutó oficialmente en los comienzos del ciclo Bianchi. Fue el 16 de agosto por la segunda fecha del Apertura 98 en un ajustado 3-2 al Lobo jujeño en la Bombonera. Esa noche, tras ver desde el banco los dos golazos de Palermo (uno para cada equipo), entró promediando el segundo tiempo por Chipi Barijho para tratar de tener un poco la pelota y enfriar el partido. Y a su juego lo habían llamado, ya que el Chino era en líneas generales, un volante ofensivo, habilidoso y de buen manejo de pelota. Pero de ser un tipo habilidoso y de buen manejo de pelota a ser calesitero, a veces hay un paso muy corto de distancia. Y ese paso, Pereda lo daba domingo de por medio, siendo generosos.
Porque irse en pisadas, enganches y quiebres de cintura sin encarar nunca a la defensa rival fue, es y será calesita. Y las pocas veces que tiró la chancleta y se mandó para adelante, protagonizó bloopers insólitos. Como la mañana del 7 de marzo de 1999 en el Nuevo Gasómetro. Bajo un sol que rajaba la tierra, se gambeteó a medio Ferro, y en lugar de definir ante un arquero que salía regalado, tiró una gambeta más y se fue con pelota y todo por la raya de fondo. Es muy probable que si el choque no era con los carteles de publicidad hubiera sido contra los pastizales de la Avenida Varela.
Este tipo de jugadas y más que nada rendimientos, impidió que se consolide y se ganara un lugar decente en el equipo. Y encima lo convirtieron en el chivo expiatorio de la hinchada. Es verdad que la gente siempre quiere tener a mano alguien para echar culpas, pero el Chino ayudaba un montón. Y eso que estuvo en el club hasta la temporada 2001/02. Una etapa dorada en la que tuvo mil chances de rendir de bien para arriba. Pero no hubo caso.
Fue siempre alternativa pero nunca confiable. Y los números son terminantes. Jugó 72 partidos oficiales y no convirtió goles. Sin palabras.
Su carrera, iniciada en Universitario, Lawn Tennis y Cienciano de Perú, siguió nuevamente en su país natal con las camisetas de Universitario nuevamente, Melgar, Coronel Bolognesi, Deportivo Municipal y Real Academia.