Entre Carlos Bianchi que le daba mucha cabida a los pibes de inferiores, el contexto de vacas gordas que vivía el club por las vueltas olímpicas una atrás de otra y el valioso agregado de sus cualidades técnicas, hicieron que Omar Sebastián Pérez acumule la nada despreciable cantidad de 63 partidos oficiales jugados con la camiseta de Boca. Un numerito más que interesante.
Si a eso le sumamos un par de golazos convertidos, más algunas actuaciones prometedoras, parece medio atrevido decir que el Pelado Pérez no aprobó la materia “Jugar en Boca”. Pero la verdad es que si la aprobó (?), fue con 4 y llevándosela a marzo.
Nacido en Santiago del Estero allá por marzo de 1981, vio los flashes de la primera división de la mano de un Virrey que vio en el Pelado a un sucesor natural de Riquelme. Y como Boca se lanzaba a la aventura de la primera Libertadores del ciclo Bianchi, la famosa rotación le permitió asomar la cabeza. Su debut fue el 20 de febrero de 2000 en el Cilindro de Avellaneda por la segunda fecha del Clausura. Partido que terminó empatado 1-1 y con una nueva expulsión de Turbina Navas.
Y ojo que lo de sucesor de Riquelme no fue una patriada del DT, ya que muchos vimos o quisimos ver lo mismo: un enganche habilidoso, pensante, con técnica y con la capacidad de entender cuándo hacer la pausa y cuándo acelerar. Lo que no es poco.
Pero el año del Pelado no sería ese 2000, en donde jugó apenas un par de partidos más. El 2001, año de transición anunciada por el técnico y de un Riquelme ya encajetado (?) con los dirigentes, iba a ser el año de su despegue. Entonces, gracias a que Boca se tiraba de entrada al bicampeonato en la Copa, nuestro homenajeado tuvo todo el rodaje necesario y fue número puesto en muchas formaciones del Clausura. También tuvo participación internacional en la Mercosur, donde se anotó con un doblete frente al Vasco da Gama en el estadio Mané Garrincha de Brasilia, y semejantes perfomances, con terrible golazo de tiro libre incluido, no hicieron otra cosa que ponerlo adelante de todo en la largada de cara al Apertura. Y con Boca midiendo esfuerzos por la cita en Japón con el Bayern Munich, Pérez tuvo todas las de ganar. Pero no ganó. El tema pasa porque con semejante continuidad y muestras de confianza del técnico, nunca terminó de dejar una imagen sólida. Mostró chispazos, hizo algunos goles, tuvo buenos ratos pero todo muy aislado y no con las garantías que exige Boca y el puesto que ocupaba. En 2002 se dio una situación casi calcada pero con el Maestro Tabárez sentado en el banco. O sea, mucho rodaje en el Clausura mientras Boca priorizaba la Libertadores. Pero tampoco pudo afianzarse, ganarse la confianza de todos en base a rendimientos parejos y ya para el Apertura 2002, prácticamente no sería de la partida en aquel equipo que jugó bien y luchó por el título hasta el gol de Pusineri en Avellaneda. El tren ya había pasado.
A comienzos de 2003, la vuelta de Bianchi lo puso nuevamente en el campo de juego con la azul y oro. Pero sólo por dos partidos: cantó presente en el triunfo 2-0 a Chicago en la Bombonera por la primera fecha y tras jugar los 90 minutos en la derrota 0-2 contra Unión en Santa Fe, sufrió el doblete de un ex y sin saberlo, se despedía del mundo Boca. Atrás quedaron toneladas de ilusión, 6 goles convertidos y mucho de promesa incumplida.
En la temporada siguiente, la 2003/04, se mudó a Banfield para seguir más tarde su carrera en el exterior con las camisetas de Junior, Independiente de Medellín, Independiente de Santa Fe y Real Cartagena de Colombia, con un breve paso en el medio por los Jaguares de México,
Si a eso le sumamos un par de golazos convertidos, más algunas actuaciones prometedoras, parece medio atrevido decir que el Pelado Pérez no aprobó la materia “Jugar en Boca”. Pero la verdad es que si la aprobó (?), fue con 4 y llevándosela a marzo.
Nacido en Santiago del Estero allá por marzo de 1981, vio los flashes de la primera división de la mano de un Virrey que vio en el Pelado a un sucesor natural de Riquelme. Y como Boca se lanzaba a la aventura de la primera Libertadores del ciclo Bianchi, la famosa rotación le permitió asomar la cabeza. Su debut fue el 20 de febrero de 2000 en el Cilindro de Avellaneda por la segunda fecha del Clausura. Partido que terminó empatado 1-1 y con una nueva expulsión de Turbina Navas.
Y ojo que lo de sucesor de Riquelme no fue una patriada del DT, ya que muchos vimos o quisimos ver lo mismo: un enganche habilidoso, pensante, con técnica y con la capacidad de entender cuándo hacer la pausa y cuándo acelerar. Lo que no es poco.
Pero el año del Pelado no sería ese 2000, en donde jugó apenas un par de partidos más. El 2001, año de transición anunciada por el técnico y de un Riquelme ya encajetado (?) con los dirigentes, iba a ser el año de su despegue. Entonces, gracias a que Boca se tiraba de entrada al bicampeonato en la Copa, nuestro homenajeado tuvo todo el rodaje necesario y fue número puesto en muchas formaciones del Clausura. También tuvo participación internacional en la Mercosur, donde se anotó con un doblete frente al Vasco da Gama en el estadio Mané Garrincha de Brasilia, y semejantes perfomances, con terrible golazo de tiro libre incluido, no hicieron otra cosa que ponerlo adelante de todo en la largada de cara al Apertura. Y con Boca midiendo esfuerzos por la cita en Japón con el Bayern Munich, Pérez tuvo todas las de ganar. Pero no ganó. El tema pasa porque con semejante continuidad y muestras de confianza del técnico, nunca terminó de dejar una imagen sólida. Mostró chispazos, hizo algunos goles, tuvo buenos ratos pero todo muy aislado y no con las garantías que exige Boca y el puesto que ocupaba. En 2002 se dio una situación casi calcada pero con el Maestro Tabárez sentado en el banco. O sea, mucho rodaje en el Clausura mientras Boca priorizaba la Libertadores. Pero tampoco pudo afianzarse, ganarse la confianza de todos en base a rendimientos parejos y ya para el Apertura 2002, prácticamente no sería de la partida en aquel equipo que jugó bien y luchó por el título hasta el gol de Pusineri en Avellaneda. El tren ya había pasado.
A comienzos de 2003, la vuelta de Bianchi lo puso nuevamente en el campo de juego con la azul y oro. Pero sólo por dos partidos: cantó presente en el triunfo 2-0 a Chicago en la Bombonera por la primera fecha y tras jugar los 90 minutos en la derrota 0-2 contra Unión en Santa Fe, sufrió el doblete de un ex y sin saberlo, se despedía del mundo Boca. Atrás quedaron toneladas de ilusión, 6 goles convertidos y mucho de promesa incumplida.
En la temporada siguiente, la 2003/04, se mudó a Banfield para seguir más tarde su carrera en el exterior con las camisetas de Junior, Independiente de Medellín, Independiente de Santa Fe y Real Cartagena de Colombia, con un breve paso en el medio por los Jaguares de México,