El 4 de sepptiembre de 1988, a una semana del inicio del campeonato, la AFA ya tenía súper confirmado que en caso de que los partidos terminaran empatados se definiría por penales qué equipo se llevaba un punto más. Todo muy lindo, pero la fría ley firmada en la calle Viamonte mostraba algunas zonas grises que evidentemente no cerraban y generaban dudas. Por eso se armó un partido amistoso pàra ver qué pasaba.
Los elegidos en cuestión para el amistoso fueron Boca e Independiente y el lugar la Bombonera. Lo que nadie dijo es que cabía la posibilidad de que el partido fuera ganado por uno de los dos equipos. Pero no. Ambos mandaron toda la carne al asador poniendo titulares y haciendo debutar gente recién llegada y la cosa terminaría, casualmente o no, 1-1 con goles de Latorre y Ubaldi. Llegaba el momento esperado. Pero el desconcierto copó la escena.
Desde que terminó el partido hasta que Walter Perazzo pateó el primer penal de la serie pasaron 9 minutos. Si a eso le sumamos que hasta el último penal, el número 18 pateado y convertido por Bochini, pasaron 24 minutos, el chiste demandó algo más de media hora. Un bodrio mayúsculo con cero emoción, justamente todo lo contrario que se buscaba. Hasta hubo hinchas de ambos equipos que comenzaron la retirada en medio de la tanda de penales. ¿Qué fue concretamente lo que ayudó muchísimo a hacer la definición un homenaje al aburrimiento? Lo que hasta ese momento pretendía la AFA.
Supuestamente cada equipo debía patear su tanda con una pelota distinta y en arcos diferentes. Así fue como el Rojo pateó sus penales en el arco de Casa Amarilla y Boca en el que da de espaldas al Riachuelo. Por consiguiente entre penal y penal se daba una lenta e interminable caminata de Juan Bava y uno de sus ayudantes, el línea Aragno, para cambiar de escenario. Algunos fotógrafos ya tenían su lugar pero hubo otros, evidentemente pichis, que corrían a lo loco todo el tiempo. Si a eso le sumamos una multitud de periodistas en el campo de juego, más los alcanzapelotas, cables y algunos colados pidiendo autógrafos, el escenario era como mínimo caótico.
En esa insólita espera entre penal y penal pasó de todo. Los arqueros aprovecharon para poner nerviosos a los pateadores y algunos jugadores se deban consejos entre sí. Así fue como como Navarro Montoya le atajó el penal a Pedrito Massacessi, luego de los sabios consejos de Claudio Marangoni en una amena conversación a la vista de todos.
Como si todo esto no alcanzara se dio otra situacion extraña. El punto penal del arco de Brandsen donde pateaba Boca, estaba terriblemente poceado. Entonces los jugadores de Boca acomodaban la pelota donde podían y no donde debían. Sergio Vargas protestó cada penal mitad en serio, mitad buscando poner nervioso a los ejecutores, cosa que logró con Tapia y con José Luis Villarreal. Aunque en el caso del cordobés no da echarle la culpa al arquero de Independiente ya que no sería la última vez que el volante demostrara graves problemas ante estas instancias decisivas. Y eso que era un amistoso.
El resultado final fue 8-7 a favor de los de Avellaneda, pero la polémica siguió en los vestuarios. Y uno de los más exaltados fue el técnico de Independiente, el Indio Solari: "...los árbitros deberían contar los pasos y no guiarse por los puntos marcados en el campo. Podráa darse el caso de que estuvieran marcados más lejos o más cerca de los arcos, según convenga al cuadro local. O tener pozos hechos a propósito. También revisar las dos pelotas con que se ejecutan las series de tiros. La que no está en juego debería tenerla el linesman para eviar que la desinflen...". Medio paranocio el Indio. Y eso que había ganado.
Lo cierto es que viendo el bochorno llevado a cabo, la AFA cambió a último momento la reglamentación y decidió finalmente patear con la misma pelota y en el mismo arco todos los penales. Sentido común que le dicen.