martes, 28 de septiembre de 2010

Boca se convierte en marca por primera vez en su historia


El imaginario popular repite como verdad absoluta que la gestión Macri, a través del siempre listo Salvestrini y su Boca Crece, fueron los encargados de transformar a Boca en una marca registrada. Pero esto no es tan así. La cosa viene desde un par de años antes de inaugurar cementerios, radiotaxis y cajas (?). Hecha esta primera aclaración, es justo presentar en sociedad a la señora de la foto. Ni más ni menos que Nils Altuna. ¿Ehhh? Mejor empecemos por el principio.
A principios de 1993 y en un hecho inédito en la Argentina, Boca Juniors se convirtió en el primer club con marca registrada, La gestión de Heller y Alegre Alegre y Heller, ya sin la presión de ganar un campeonato local, empezó a irse por las ramas ocuparse de generar otro tipo de ingresos al club. Y actuó en consecuencia.
Así fue como a través de las empresa Merchandising Licencias Internacionales y Merchandising Consultans SRL, Boca cedió la utilización publicitaria y comercial de su nombre, caracteres distintivos, logotipos, símbolos y signos identificatorios. En criollo, todo lo que tenga que ver con la mención de Boca.
Este grupo empresario puso en su vidriera (?) las marcas Boca Juniors, Xeneizes y Boca, para vender sus respectivas licencias a quienes quieran usarlas para cualquier producto que pretenda identificarse con Boca. Si bien ya se estaba trabajando aproximadamente desde siete meses atrás, el lanzamiento oficial fue el lunes 26 de abril de 1993 con un importante evento que reunió a una gran cantidad de empresas potencialmente interesadas en licitar para comercializar con el nombre de Boca.
La jornada fue a todo trapo. Y acá es donde aparece nuestra buena amiga Nils Altuna, vicepresidenta de la firma licenciataria. Ante la requisitoria de turno, Nils puso primera y chapeó: “...esto es nuevo en Argentina para las instituciones deportivas, en cuanto al fútbol. Todo lo que represente Boca, su insignia, desde un peine, pasando por por un par de zapatillas, cosméticos, bijouteria, ropa, todo donde se apliquen los colores de Boca, distintivos o el escudo boquense, se legaliza a través de una licencia que da exclusividad y que se comercializará en beneficio de la institución...”.
Tras la a la firma del contrato, Boca recibió un adelanto de 600.000 dólares a modo de limosna, porque los gurúes de turno vaticinaban ganancias multimillonarias para los tres años que duraba en total el contrato. Fue ahí cuando se hizo carne la pregunta casi obligada: ¿cuánta guita iba a embolsar el club en total? Y ya empezó a mostrarse un poco evasiva Nils: “...lógicamente los ingresos para Boca serán importantes. Pero con esto se evitará lo que pasaba hasta ahora, donde muchos aprovechaban el momento y hacían su negocio. Además se mejorarán los productos. Ahora, en los artículos que licitamos, cuidamos mucho el detalle, para que puedan ser comercializados sin problema y que signifiquen un producto noble, de buena calidad, ya que la institución va a esta reflejada a través de ellos...”.
Como fue medio evidente la maniobra, la pregunta volvió a caer al toque. Y ya Nils tuvo que gambetear, guitarrear y vender un poco de humo: “...la verdad, a mi no me gusta hablar mucho de cifras, arriesgar números, me gustaría que el tiempo fuera diciendo del éxito de esto. Estamos en una situación que no es fácil para el país, pero también vivimos en una sociedad de consumo donde es está operando un gran cambio. Por lo que estamos experimentando, el crecimiento es acelerado y vamos a tener buenas cifras para poder disfrutar todos...”.
No más preguntas juez (?).