En 1971 el Boca comandado por Armando intentó por quinta vez sin éxito alcanzar la cima de América a través de la Copa Libertadores. Ya habíamos quedado en 1963 en la final contra el Santos de Pelé, en 1965 con la "mula" que nos metió Independiente, en 1966 en un triangular de semifinales con Independiente y River, y quedó también atravesada la eliminación de 1970 en cuartos contra River por un gol con la mano de Daniel Onega.
En nuestro grupo había tocado el subcampeón argentino Rosario Central y los peruanos Sporting Cristal y Universitario. Es bueno recordar que por esa época el presidente de la Confederación Sudamericana era el peruano Teófilo Salinas, un "experto" en los temas de competencias. Comenzamos derrotando a Rosario en la Boca y todo marchaba bien. Fuimos a Perú y caimos frente a Sporting Cristal en un partido olvidable. La segunda presentación en Perú fue calificada como robo: un empate frente a Universitario con jugadas a nuestro favor anuladas sospechosamente por los habituales árbitros localistas.
Para el regreso a Buenos Aires con la presión de ganar si o si, el clima no fue el mejor. El partido con Sporting Cristal fue suspendido por una impresionante batalla campal con casi los 22 jugadores expulsados. El tribunal de la CSF nos descalificó de la competencia antes de jugar los dos partidos restantes. El 25 de marzo era la fecha indicada para el partido Boca-Universitario y el presidente de Boca Alberto J. Armando hizo cambiar a los jugadores en los vestuarios, encendió las luces del estadio y junto al escribano Jorge De Lorenzo, famoso en su época por su participación en el programa de TV Odol Pregunta, salieron al campo de juego y levantaron un acta haciendo constar que Boca se presentaba a jugar de cualquier manera. Todo un bleauf (?) innecesario porque ya no iba a haber marcha atrás.
El grupo tuvo ganador a Universitario que luego cayó en las semifinales. La frustración de Boca con la Copa tuvo así un nuevo capítulo, esta vez bastante más traumático. Eso sí, el cómico argentino Juan Carlos Altavista, en su recordado personaje Minguito Tinguitella, incorporó un nuevo latiguillo por años: cada vez que hablaba de comidas decía que todavía tenía para comer las empanadas que no pudo vender en Boca-Universitario.
.
.
Autor: Miguel Sarfson