Inmejorable chance de empatar el superclásico tuvo River cuando el árbitro, Juan Carlos “Pichi” Loustau, cobró penal un violento foul de Giuntini a Ortega pero un metro fuera del área del Riachuelo. A esa altura de la tarde, 20 minutos del segundo tiempo y con Boca puntero ganándole 1-0 a River escolta por la fecha 10 del Apertura 92, hay que reconocer que la equivocación (?) del juez alteró más de la cuenta algunos ánimos en la Bombonera.
Y entre la explosión de las dos bandejas visitantes casi llenas y la expectativa de todo el estadio ante el momento bisagra que se venía, cayeron algunos proyectiles en el arco de Casa Amarilla ocupado por Ángel David Comizzo. Entre ellos, una radio walkman amarilla chiquita. Fue ahí cuando el arquero millonario mostró una gran repentización, se puso los auriculares y seguramente buscó con desesperación a Costafebre para palpitar el empate que se venía. Ah, mientras escuchaba la radio, se dio vuelta y se quedó mirando hacia Casa Amarilla soñando festejar el gol de cara hacia la hinchada de Boca. Pero por esas cosas de la vida, no pudo ser. Tomá puto.
Navarro Montoya voló hacia la derecha y dejó a Comizzo como un boludo tratando de desengancharse los auricurales mientras veía como las tres bandejas de Casa Amarilla se le venían encima (?). Ese penal atajado por el Mono a Hernán Díaz mantuvo el invicto de su arco y permitió que Boca logre un triunfo clave ese 11 de octubre de 1992.