El “Pato” había llegado a mitad de la temporada 1987/88 y había hecho lo que pudo. Ese Boca no daba tres pases seguidos y se había morfado crudo a Saporiti y al “Toto” Lorenzo. Encima, mostraba a una de las peores versiones de Gatti: arriesgando al límite como siempre pero ya sin las garantías y reflejos de antes. Para colmo, el “Loco” decidió apoyar públicamente a la UCR en las elecciones a gobernador de la provincia de Buenos Aires y el spot político en plena Bombonera fue la gota que colmó el vaso para una “12” que hacía sonar sus bombos y trompetas al compás de Antonio Cafiero. Con estos antecedentes, Boca se reforzó en serio para afrontar la temporada 1988/89. Llegaron Marangoni, Simón, Navarro Montoya y “Waltergol” Perazzo. Entonces, la expectativa era mucha y al “Pato” Pastoriza, peronista confeso, no le temblaría el pulso para actuar. Y a la primera que se mandó Gatti, lo limpió. En la fecha uno, Boca recibía el debutante Deportivo Armenio. En el primer tiempo, el “Loco” quiso cancherear en una salida fuera del área, pero le dejó la pelota servida a Maciel que la empujó con el arco solo. Y este partido que el xeneize perdió finalmente 0-1, resultó ser el último partido de Hugo Gatti en Boca. Fue desafectado del plantel. Y si bien el “Mono”, entró con el pie derecho, semejante medida dividió a dirigentes, jugadores e hinchas. Era obvio que se mezclaba lo deportivo y lo político. Hubo cruce de declaraciones y enfrentamientos a través de los medios. Frases bomba tipo “Sin mi este Boca no sale campeón”. Pero el “Pato” se mantuvo duro como rulo de estatua. El clima se habia enrarecido por demás. Lo concreto es que el “Loco” se fue por la puerte de atrás. De Boca y del fútbol. Recién diez años después, Macri le organizó un partido despedida para festejar, de paso, la obtención del Apertura 98.