El jueves 8 de abril de 1982 ocurrieron un par de cosas importantes. Primero, fue jueves santo (?). Segundo, Boca recibió en la Bombonera por primera y única vez a Mariano Moreno de Junín para ganarle 2-0 por el Nacional. Tercero, fue la fecha tope para dirimir un enfrentamiento económico entre jugadores y dirigentes que dejaría graves secuelas en la interna del plantel. Y cuarto, lo que verdaderamente nos importa ahora, se dio el debut de Denny Ernesto Ramírez, quien con 15 años y gracias al Polaco Cap, se transformaba en el jugador más joven de la historia en ponerse la camiseta de Boca por primera vez.
Formó dupla de ataque con el Mono Perotti y tres días más tarde volvió a decir presente en la visita de Boca a Salta contra Central Norte. Tarde más recordada sin duda por los dos goles de caño que se comió Gatti que por la media hora final en la que intervino nuestro homenajeado sin poder torcer la derrota 1-2.
Tras la meteórica aparición, el joven pero corpulento delantero de punta correteó de a ratos salteados durante los tres años siguientes. Lo que no es poco. A veces entrando como relevo desde el banco y otras jugando los noventa minutos completos, como la histórica tarde del fibronazo ante Atlanta en cancha de Boca por el Metro 84. Pero lo que se dice continuidad, jamás.
Hubo algo en el Nacional 85 contra Altos Hornos Zapla de Jujuy pero evidentemente su imagen en Boca fue devorada por las llamas y el presente caótico del club. En la primera fecha de la temporada 1985/86 y ya con Alfredo Di Stefano en el banco, entró sobre la hora por Tapia y participaba en la reapertura de la Bombonera con triunfo 3-1 a Racing de Córdoba, una tarde de inmensa alegría. Pero al mismo tiempo, esos minutos significaban su despedida de Boca.
En el más absoluto de los silencios quedó libre y tras sus 9 partidos oficiales, cero gol y un récord que aun hoy perdura, el oriundo de Laguna Blanca, Formosa, pasó a Estudiantes de Buenos Aires para afrontar la temporada 1986/87. Y en el más absoluto de los silencios se rompió luego los ligamentos y terminó jugando en el club de su pago: el Atlético Laguna Blanca.
Formó dupla de ataque con el Mono Perotti y tres días más tarde volvió a decir presente en la visita de Boca a Salta contra Central Norte. Tarde más recordada sin duda por los dos goles de caño que se comió Gatti que por la media hora final en la que intervino nuestro homenajeado sin poder torcer la derrota 1-2.
Tras la meteórica aparición, el joven pero corpulento delantero de punta correteó de a ratos salteados durante los tres años siguientes. Lo que no es poco. A veces entrando como relevo desde el banco y otras jugando los noventa minutos completos, como la histórica tarde del fibronazo ante Atlanta en cancha de Boca por el Metro 84. Pero lo que se dice continuidad, jamás.
Hubo algo en el Nacional 85 contra Altos Hornos Zapla de Jujuy pero evidentemente su imagen en Boca fue devorada por las llamas y el presente caótico del club. En la primera fecha de la temporada 1985/86 y ya con Alfredo Di Stefano en el banco, entró sobre la hora por Tapia y participaba en la reapertura de la Bombonera con triunfo 3-1 a Racing de Córdoba, una tarde de inmensa alegría. Pero al mismo tiempo, esos minutos significaban su despedida de Boca.
En el más absoluto de los silencios quedó libre y tras sus 9 partidos oficiales, cero gol y un récord que aun hoy perdura, el oriundo de Laguna Blanca, Formosa, pasó a Estudiantes de Buenos Aires para afrontar la temporada 1986/87. Y en el más absoluto de los silencios se rompió luego los ligamentos y terminó jugando en el club de su pago: el Atlético Laguna Blanca.