Como sucede con cualquier competencia que se juega en tierras orientales, de este lado del mundo los futboleros deben hacer un sacrificio y madrugar de más para poder seguir las alternativas de esos partidos por copas de clubes. Aquel martes 28 de noviembre de 2000 no fue la excepción. Pero lo que nos atañe en este post es que esa mañana muchos habrán puteado a Martín Palermo. Usted, lector, se preguntará qué está diciendo este loco. ¿Cómo va a tratar así al protagonista excluyente de esa fría noche de Tokio? No estoy loco ni mucho menos. A ver ¿cuántos de ustedes no habrán encendido el televisor y mientras se jugaban los primeros minutos del partido, fueron a calentar la pava para tomarse unos mates? ¿Cuántos no aprovecharon y fueron al baño?. Jódanse, señores. ¿Por qué?. Porque el gran Titán Palermo los madrugó a todos y mientras algunos se quitaban las lagañas de los ojos, el 9, en sólo cuatro minutos puso el partido 2-0 a favor de Boca. Increíble. Muchos habrán pensado que lo soñaron, que aún estaban dormidos y muchas situaciones oníricas (?) que no vienen al caso. Pero no, fue todo real.
La cuestión es que el delantero pegó dos golpes bien tempraneros que dejaron al Madrid y especialmente a Iker Casillas, al borde del knock-out. El primero, a los 2 minutos, fue tras un pelotazo largo y preciso de Aníbal Matellán desde la izquierda para una clásica corrida del "Chelo" Delgado que envió un centro bajo para que Palermo entre por el medio de lo centrales merengues y con un toque derrote al actual arquero campeón del mundo en Sudáfrica. Cuatro minutos después llegó el segundo tras una genialidad de Juan Román Riquelme, que levantó la cabeza y desde atrás de mitad de cancha vio cómo Palermo corría por izquierda. El 10, con un guante le puso la pelota en los piés, el 9 le ganó la marca a Makelele y con un zurdazo bajo y esquinado superó la estirada del uno madrileño.
Iban tan sólo 6 minutos y Boca superaba a los blancos por 2-0. Ni el más optimista podía creerlo... ¿Qué dije?. Ahora sí estoy loco. El optimista del gol creyó y desde sus pies salieron los dos mazazos madrugadores que dejaron al Madrid boquiabierto.
Lección para aprender: si juega Palermo, no despegue la vista del televisor ya que aunque en otro contexto no era la primera vez que marcaba dos goles en pocos minutos. Tampoco quite la oreja de la radio. Si está en la cancha, menos que menos se dé vuelta cuando pasen Las Boquitas...