Tras solucionar infinidad de necesidades básicas entre las que se destacaron la reapertura del estadio, armado de plantel y pago de sueldos, la administración de Don Antonio Alegre y Carlos Heller, más el generoso (?) aporte de Romay, pudo a mediados de 1987 anotarse un gran poroto. Poroto que de paso saldaba una deuda histórica del club: mejorar la iluminación de la Bombonera para los partidos jugados de noche.
Hasta ese momento de la historia, un partido nocturno en cancha de Boca era literalmente una boca de lobo (?). Y no nos referimos a la aventura de cruzar la Plaza Matheu o los yuyales de Casa Amarilla cosa que estaba dentro de las reglas de juego (?). Seguir las alternativas de un partido dejaba bastante que desear para los hinchas presentes en la Bombonera, para los que lo veían por televisión e incluso para las fotos que quedaban como documento gráfico. Imposible de olvidar esas fotos donde el fogonazo del flash alumbraba al jugador en cuestión dejando el fondo en la más absoluta de las oscuridades.
Así que durante el parate tras la temporada 1986/87, los viejos y míticos foquitos pasaron por fin a retiro. La tarea estuvo a cargo de la División Luz de Philips que a través de su Departamento de Asesoría en Luminotecnia y Ladilux SA como distribuidor autorizado, encararon el proyecto de iluminar la Bombonera a todo trapo. En buena hora.
Se mantuvieron las instalaciones eléctricas y las estructuras existentes, pero Philips multiplicó por siete el nivel de iluminación anterior y redujo el consumo de energía de 220 Kw a 190 Kw. Entre otras cosas reemplazó una instalación obsoleta de lámparas incandescentes por modernos proyectores Philips HNF 002, equipados con lámparas de mercurio halogenado de 2000W.
La diferencia fue abismal y quedó a la vista de todos desde el primer partido nocturno como local del campeonato 1987/88, triunfo 1-0 contra Argentinos el 11 de noviembre de 1987 con gol de Tapia.