Salvo un River que ya desde varios años antes de irse al descenso te metía un camión de bomberos en su cálida pista de atletismo, hay que reconocer que los festejos por un campeonato ganado en la Argentina siempre fueron iguales: con la tradicional vuelta olímpica. Podía ser al trote, a veces con una lenta caminata si el equipo venía de ser campeón en fechas anteriores o generalmente al galope y con un importante grado de descontrol tras el pitazo final de turno. Pero hubo un momento de la historia en que las vueltas olímpicas, ya sea sumando hinchas previa invasión del campo de juego o con jugadores solos y en perfecto orden, se toparon con un festejo que de a poco fue ganando su lugar. Festejo que, como no podía ser de otra manera, inauguró e impuso Boca a fines del año 2000. Más precisamente el 17 de diciembre en la Bombonera tras la consagración de ese Apertura frente Estudiantes con un golazo (?) de Nicolás Tauber la Hiena Arce. Estamos hablando de la zambullida de todo el plantel dentro de las áreas grandes.
¿En qué consistía? Plantel tomado de la mano en la mitad de cancha y que a la cuenta de tres arranca un pique a toda velocidad como mínimo hasta la medialuna. Entrando al área las manos se sueltan y cada protagonista elije zambullirse como más le guste. De frente, de costado, dando vuelta carnero, con brazos abiertos o de cabeza. Primero en un arco y luego en el otro y con la variante de que si hubo una copa o trofeo en juego, el mismo se deposita cerca del punto penal.
Esa agobiante tarde frente al Pincha, con una hinchada de Boca en llamas tras las Libertadores e Intercontinental ganadas ese mismo año, y en pleno desahogo tras la habitual cuota de sufrimiento salvada en esa oportunidad por Derlis Soto una semana antes, el plantel completo inició la tradición que se mantuvo con el paso del tiempo ayudada obviamente por la cantidad de títulos ganados por Boca durante esos años.
En la foto vemos a los juagdores que prácticamente terminaron arriando a Carlos Bianchi en el instante previo de terminar todos revolcados en el pasto del área que da al Riachuelo.