La inseguridad se ha instalado en nuestras vidas hace ya varios años y uno tiene la sensación de que antes no existía. Sin embargo, parece ser que siempre existió aunque tal vez en menor medida que en estos tiempos. Prueba de ello es la triste experiencia que en octubre de 1973 vivió un gran ídolo, símbolo y sinónimo de Boca Juniors: el gran Antonio Ubaldo Rattín.
En octubre de ese año, ya retirado con toda grandeza como jugador, el inolvidable “Rata” estaba realizando en la AFA el curso de técnico y solicitó permiso para retirarse antes de la clase con el objetivo de ir a presenciar el partido que disputarían Boca y Argentinos Juniors.
En el trayecto, mientras manejaba su auto con total tranquilidad, al llegar a la esquina de Uruguay y Tucumán se encontró envuelto en una situación que puede calificarse simplemente de terrorífica.
Un delincuente que escapaba a los tiros de la policía, se paró enfrente del auto del ex capitán xeneize y comenzó a disparar contra sus perseguidores. El mismo Antonio lo cuenta en El Gráfico: “...todo fue muy rápido e inmediatamente los vidrios se astillaron, a tal punto que me impedían totalmente la visual. Opté por darle un manotazo al vidrio para poder avanzar, pero fue inútil. Sólo la providencia y el destino quisieron que salvara la vida. La única herida que sufrí fue en el rostro y por los vidrios que me saltaron, porque las balas me pasaron cerca, pero no me tocaron...”.
Luego de eso, Rattín fue llevado a un sanatorio a recibir las curaciones y posteriormente a la comisaría 39 a declarar. Finalmente pudo volver a casa con su esposa quien lo fue a buscar y terminó la nota en la revista con la siguiente reflexión: “...menos mal que todo terminó en un susto. Fue una desgracia con suerte, que pudo tener otro final...”.
A pesar de los seis balazos que recibió su coche y de la herida en su rostro, el gran Rattín viajó al otro día con la delegación de Boca a Rosario para estar presente en el partido contra Ñuls.
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Autor Jorge Joffrés