Tras el brutal choque con Astegiano en el Independiente-Boca del 11 de abril de 1976, Hugo Gatti terminó con triple fractura de mandíbula. Lo que dejó a Biasutto como arquero boquense y una enorme incertidumbre acerca de la fecha de regreso del Loco a los campos de juego.
La gravedad de la lesión, más la zona sensible en donde se había producido había instalado un manto de pesimismo acerca del tema. Pero evidentemente las ganas de Gatti y un 1-5 contra Central convencieron al Toto Lorenzo de llevar a cabo algo completamente disparatado: que Gatti vuelva a atajar oficialmente el 9 de mayo, o sea 28 días después de la fractura.
Y ese domingo, partido contra Estudiantes en la Bombonera por la fecha 16 del Metro, la hinchada de Boca se terminó de rendir a los pies de Gatti. La salida al campo de juego fue a pura ovación. Metió unos piques cortos hacia el arco del Riachuelo, levantó su mano derecha en señal de agradecimiento y hasta recibió aplausos de la hinchada de Estudiantes. Crack.
Pero hasta el instante en que comenzó el partido, el clima no era todo lo holywoodense (?) que podemos suponer. En los días previos se había hablado y mucho sobre la autorización del doctor de Boca para que Gatti pudiera jugar. Bah (?), en realidad de la no autorización. Con ustedes, el doctor Gioiosa: “...el lugar de la quebradura es muy estratégico y cualquier golpe puede provocar riesgos, por eso aconsejé que no jugara. Pero nada más. Yo no puedo prohibir. Hablé con Lorenzo y con Hugo, y ellos tomaron la responsabilidad. No hubo ningún problema, ni considero que se haya pasado sobre mi autoridad. Solo fue un consejo. No voy a renunciar. No tengo por qué. En 15 años que estoy en Boca creo que he cumplido...”.
El pitazo inicial encontró a la hinchada de Boca todavía cantando “y dale Loco, dale...”. Casi a los 15 tuvo que empezar a laburar tapando un mano a mano contra Milano que le valió una merecida ovación. Jugada que después del partido le sirvió para arrancar su monólogo: “...fue la primera jugada de riesgo. En ningún momento tuve miedo. Salí a jugarme y salió bien. Ni me acordé de la lesión, sólo pensé en la pelota. A cara descubierta tapé ese disparo. Soy el único arquero del fútbol argentino que no se tapa la cara. De haberlo hecho no hubiera tenidoe sa lesión contra Independiente...”.
A los 30 el Chino Benítez perdió una pelota en mitad de cancha y Santecchia se le llevó, aceleró y antes del cruce de un defensor boquense tiró cruzado. El Loco voló sobre su derecha y atrapó sin dar rebote. Tercera ovación de la tarde. A partir de ahí, cada pelota que tocó, fue un show festejado por toda la gente de Boca.
Sobre el cierre del primer tiempo una doble pared de Milano y Cabezas, terminó con un pase largo y Gatti saliendo del área, llevándose la pelota entre los dos atacantes y poniendo un pase perfecto con el pie para que Ovide arme un contragolpe. Menos mal (?) qye no terminó en gol de Boca porque no nos imaginamos cómo podría haber terminado la tarde en La Boca.
Sin embargo, el momento de mayor emoción fue la salida de Boca al campo de juego para el segundo tiempo. Allí se acercaron dos chicos vestidos de arquero y le regalaron unos ramos de flores. Agasajo que demoró el inicio del complemento porque Gatti se puso a llorar mientras toda la Bombonera sequía cantando por él.
Futbolísticamente Boca terminó ganándole 3-0 a Estudiantes. Pero todas las miradas estaban puestas en el arco de Casa Amarilla, lugar que ocupó Gatti en la segunda etapa. Y allí siguió su show.
En el comienzo sacó al córner un remate de Cabezas con el pecho. Y ya sobre la hora, paró un cabezazo y se llevó la pelota haciéndola saltar en la palma de la mano. Delirio absoluto de la gente.
En los vestuarios, después del partido y antes de salir y volver a lagrimear a ver a la hinchada esperándolo, tuvo su desahogo con los micrófonos: “...no era un partido más. Era mi retorno luego de casi 28 días y yo era culpable de ese retorno. Por eso me emocioné con el recibimiento de la hinchada. Durante la semana se habló tanto de enfrentamientos, que estaba un poco nervioso. Pero nada más. Mi espíritu y la operación que realizó el doctor Gioiosa me ayudaron a retornar tan pronto. Jamás hubo un problema entre Lorenzo, el doctor y yo. El único responsable de salir al campo, reitero, fui yo. Nadie me obligó ni me presionó. Yo quería jugar. Boca me compró para eso y jugué...”. Tras la parte técnica del asunto (?), tiró flores: “...qué hinchada maravillosa. Cómo me quiere, por ellos jugué. El jueve vimos con el doctor la placa y efectivamente el lugar de la fractura no estaba bien soldado. El viernes volvió a revisarme y ahí me decidí definitivamente y pedí jugar bajo mi responsabilidad... eestoy muy contento. No me duele nada. Alguna molestia al comer carne, pero nada más. El responsable fui yo. Partido difícil. Bien Boca ¿no? Era triple quebradura. Quiero a Boca. Adoro a su hinchada. Jugar, jugar y jugar. Ése es mi lema...”.