Hubo una época donde la Copa Libertadores no se televisaba mucho y no había dueños del circo que pusieran condiciones. ¿Qué pasaba entonces? Los monos jugaban y trataban de ganar matándose a patadas ante la mirada de los árbitros que, o eran localistas, o de temerosos nomás, daban vía libre para que sea lo que Dios quiera. En resumen, la ley de la selva (?).
En ese contexto de pura hermandad latinoamericana se cruzaron Boca y Libertad de Paraguay en la Bombonera el 14 de julio de 1977 por el grupo semifinal de la Copa. Si la Libertadores era prácticamente un ring con pasto, ni hablar si lo que había en juego eran dos puntos para acceder a una inminente final.
Así las cosas y bajo la atenta pero algo pasiva (?) mirada del árbitro uruguayo Fortunato empezaron las acciones. Con el correr de los minutos las llegadas a los arcos eran migajas comparado con la carnicería desatada tras el revés de zurda y a mano abierta de Juan Espínola a Felman. Acto seguido Tarantini lo bajó a Fleitas y se produjo el primer remolino de la noche. Remolino en donde el Chapa Suñé y Benítez Isasi se agarraron a golpes de puño.
Tras algunos minutos de pura confusión, el partido se reanudó e inmediatamente Eugenio Morel cayó al suelo y tuvo que ser retirado en camilla con fisura de costilla. Todos los ojos apuntaron a Pernía ya que un par de minutos atrás había sido atendido por Morel. Pero el Tano por supuesto negó todo (?).
A partir de ese momento los jugadores de Libertad empezaron a formar fila para romper a Pernía. El más vehemente fue Bernardo Benítez que a los 8 minutos del segundo tiempo y en la misma jugada le tiró una plancha, un codazo y una trompada al Tano. A esa altura había algo llamado árbitro que ya no pudo dibujarla más y tuvo que echar a ese Benítez mientras Pernía se levantaba con sangre en el rostro. Claro que Benítez nunca imaginó que mientras abandonaba el campo de juego, iba a recibir un quirúrgico derechazo en el estómago por parte del Ruso Ribolzi. Del partido, ni noticias (?).
La escena siguiente muestra a Colman entrándole muy fuerte a Mouzo y un nuevo remolino en donde Ribolzi y Carlos Espínola se revolearon un par de manos. Nada nuevo a esta altura pero que, ya con un Fortunato algo cansado, provocó la expulsión de ambos a los 28 del segundo tiempo.
Dos minutos después hubo un empujón en el área sobre Felman y el juez cobró penal para Boca. Penal que Mouzo iba a desviar para que los paraguayos se creyeran más cerca que nunca de la hazaña. Pero no. A los 36 llegó por fin el bendito gol de Boca. Por si a alguien le interesa (?), lo hizo Daniel Severiano Pavón. La conquista xeneize liberó a los paraguayos de cuidar el cero para enfocarlos en lo verdaderamente importante. Redoblar fuerzas y seguir pegando.
Sobre la hora hubo un tiro libre contra el arco de Boca y se vio como nunca en la noche el arribo de la tropa guaraní al área de enfrente. ¿A buscar el empate? No señor. A llevarse la cabeza de Pernía. Pero evidentemente hubo un error de cálculos y en el tumulto el que cayó fue Mouzo.
Los minutos finales se fueron mientras los jugadores de Boca buscaban como sea vengar el golpe a Mouzo. El Chapa Suñé lo pisó a Colman y el cierre estuvo a cargo de Tarantini bajando una plancha criminal. El 1-0 fue inamovible y clave para la suma y clasificación a la final contra el Cruzeiro de Brasil.