Es un hecho que a las jóvenes promesas surgidas de La Candela, y de Casa Amarilla más para acá en el tiempo, les cuesta un Perú asomar la nariz en la primera de Boca y mucho más afirmarse y ganarse un lugar. Pongámonos entonces un segundo en la sufrida piel de Jorge Carlos Cecchi, quien tuvo que intentar pegar el salto a comienzos de 1981.
Para situarnos en contexto imaginemos las chances con que contó este delantero de punta habilidoso, cuando en ese momento cayó un malón de refuerzos a Boca para formar prácticamente una selección. A saber: Maradona, Brindisi, Escudero, Trobbiani y Morete más nenes que venían de antes de la chapa de Perotti, Mastrángelo y Muñeco Outes. Tal era el escenario que un joven Flaco Gareca fue cedido a préstamo a Sarmiento de Junín para que pueda correr un poco. Lo de Cecchi entonces era una misión imposible.
Pese a todo, tras ser convocado a algunos seleccionados juveniles, debutó oficialmente en Boca con apenas dieciocho años recién cumplidos. Fue el 5 de abril de 1981 en una soleada tarde de triunfo 2-0 a Independiente en una Visera que vio como la tribuna visitante se colmaba como pocas veces. Entró para jugar el segundo tiempo en reemplazo del Mono Perotti y seguramente se habrá sentido feliz de ganar una batalla.
En ese abril jugó dos ratos más. En la derrota y la pérdida del invicto frente a Velez en Liniers y en el triunfo contra Argentinos Juniors en la Bombonera, partido en el que casi arruina el segundo gol de Boca tras un pésimo control de pelota en pleno contrataque hacia el área de Casa Amarilla y con el arco del Bicho desguarnecido.
Ya no vería más flashes en aquel año a excepción de un partido por el Nacional. En 1982, con técnico nuevo y un plantel algo más reducido y bastante más devaluado, Cecchi contaría con algunas chances más. Pero nunca las pudo aprovechar y mucho menos dejar su huella en las redes contrarias como era su costumbre en las inferiores. Tras algunos encuentros del Nacional y otros de una Libertadores que no fue prioridad, se puso la camiseta por última vez en septiembre para formar un equipo suplente que ya eliminado fue para cumplir y perder 0-1 con River en Núñez por esa Copa.
Sus números finales indican 12 partidos jugados, cero gol convertido y un montón de sueños que se vio obligado a trasladar a Mendoza cuando a comienzos de 1983 fue cedido a préstamos al Gimnasia de esa provincia.
De más está decir que nunca volvió a Boca y siguió su carrera en el ascenso. Hasta donde sabemos, con las camisetas de Temperley, Almirante Brown, El Porvenir y Tigre.