El arranque fue a lo grande metiendo tres goles en seis minutos en la goleada a Gimnasia en el Bosque. El final fue escapando de la Bombonera en patrullero por agarrarse las partes (?) delante de la tribuna de Casa Amarilla luego de hacer un gol que en ese mismo instante estaba siendo anulado. Buenísimo (?).
En el medio hubo un rendimiento de mayor a menor que fue ganando insultos domingo tras domingo, que fue escaseando cada vez más eso de mover las redes contrarias y que tuvo como bisagra lo que le pasó entre la fecha 7 y la 12 de ese arranque de la temporada 1985/86.
Como goleador y refuerzo estrella que era, quedó como encargado natural de patear los penales del Boca de Di Stéfano. Pero sus tiritos anunciados ante Ferro en Caballito, Huracán en Parque Patricios y Unión en la Bombonera fueron atajados sin mayores problemas por Bacigalup, Gay y Morón respectivamente. Estos dos últimos en la misma semana.
Don Alfredo Di Stéfano, hombre de pocas pulgas, ya había tomado el toro por las astas luego del segundo penal errado y designó al Tata Brown como nuevo ejecutor. Pero la tarde de la foto ante el Tatengue parece que no le dieron mucha bola y Centurión erró el tercero en forma consecutiva, quedando ipso facto (?) ya sin el respaldo de la gente ni del DT. O sea, al horno.
En los penales que vinieron en las fechas siguientes no lo dejaron ni acercarse a la bocha, por lo que no pudo extender una marca que recién veinte años después se vería superada por el mejor jugador del mundo.