Domingo de super acción (?) el del 13 de diciembre de 1992, penúltima fecha del Apertura 92. Y eso que Boca no jugaba luego del triunfo del viernes anterior contra Platense en cancha de Independiente. La noche del golazo de Medero y una caravana multitudinaria desde el Puente Pueyrredón hasta el Obelisco.
El tema es que ese domingo 13, fue levantarse y salir corriendo (?) a ver la tabla de posiciones que mostraba a Boca puntero con 26 unidades y atrás River con 22 y San Lorenzo con 21. Como justo a la tarde se enfrentaban River-San Lorenzo en el Monumental, las chances de ver por fin a Boca campeón del fútbol argentino eran muy concretas. Solo bastaba que el Ciclón gane o empate en Núñez y se cortaban los eternos once años sin títulos locales.
Desde ya que semejante escenario provocó algunos comportamientos insólitos en el mundo Boca. Porque poner la tele o la radio para ver qué pasaba en cancha de River, vaya y pase. Ahora, la de cowboy (?) que se mandó Navarro Montoya fue demasiado. ¿Qué hizo aparte de mufarla de una manera tremenda?
A eso de los 15 del primer tiempo ingresaron a la Platea Belgrano debajo del Palco de Prensa, unos ocho o diez muchachos fornidos (?) que custodiaban a alguien. Ese alguien, portando gorrita blanca, anteojos negros y pelo largo atado con un pañuelo, se sentó tranquilo en el preciso momento que Lamolina cobraba penal para San Lorenzo. Pero lo que parecía una señal de buena suerte erminó siendo todo lo contrario. Zeoli le contuvo el disparo al Beto Acosta. Sí,,, Zeoli.
La cosa es que Navarro Montoya estaba disfrazado en la Belgrano viendo en vivo las alternativas de River-San Lorenzo. Una piedra bárbara locura. Ojo que Oste a los 32 puso el 1-0 para el Ciclón y Boca en ese momento era campeón. Pero la cosa terminó muy mal. Para Boca porque RIver se despertó enseguida y fue una aplanadora que terminó goleando 5-2 y posponiendo la definición del campeonato. Y para el Mono porque fue descubierto en el arranque del segundo tiempo y con River ya 2-1 arriba en el marcador. Resulta que un pibito le dice al padre “...¿ese no es el Mono Navarro Montoya?...”. El señor, canoso, contestó elevando el tono de voz: “...sí, es él Es ese boludo de mierda.... Andate de acá que nos ensuciás la cancha...”. A los botes.
Inmediatamente varios policías de la Federal rodearon al Mono y lo convencieron para que abandone el estadio antes de que la situación se tornara insostenible. Mientras Navarro Montoya hablaba con los efectivos llegó el 3-1 millonario y la chance de Boca campeón quedaba totalmente petrificada.
Saliendo del estadio y antes de subirse a un Renault 12, algunos periodistas lo cruzaron: “...¿no te parece un acto arriesgado venir a la cancha de River en estas circunstancias Mono?...". A lo que el uno contestó “...¿Por qué? ¿No tengo derecho a ver un partido de fútbol?...”.
Cuando la aventura tomó estado público, Ramón Díaz autor del 1-1 parcial, tomó la palabra y mostró la hilacha fiel a su estilo: “... está bien, vino a ver buen fútbol. Estos partidos él nunca los puede disfrutar...”.