Cuando Daniel Rubén Bilos volvió medio averiado y con un par de kilos menos de su debut en la selección Argentina de Pekerman, nadie imaginó que el Flaco iba a desbarrancar tan estrepitosamente. Bastante atrás habían quedado su llegada a Boca a mitad de 2005, sus primeros partidos en un nivel impresionante, la propuesta de agarrar viaje a la ciudadanía croata para ir al Mundial y en especial, sus trancazos imparables por los costados del mediocampo. Pero vayamos al principio.
El Flaco arribó a Boca casi en silencio comparado con otros refuerzos que llegaron para que Coco Basile arme su once de memoria. De hecho Cata Díaz y Pocho Insúa se llevaron indudablemente todos los flashes.
Pero a la hora de patear la caprichosa (?) el Flaco tomó un protagonismo impensado. Y a los hechos nos remitimos. Debut el 16 de julio contra el Tottenham Hotspur y gol. Estreno oficial el 7 de agosto contra Gimnasia de Jujuy en el Nuevo Gasómetro y buen partido. Segunda fecha gol a Central en la Bombonera y tercera fecha gol a Lanús y apilada fantástica hasta que un jugador (?) llamado Fabbiani, tal vez algo celoso, lo bajó muy feo. Ah, Bassi hizo la más fácil: roja a los dos.
Pese al mal trago que incluyó el empate granate sobre la hora, el Flaco volvió a todo trapo. Magia, tacos y pisadas siempre útiles y efectivas. Cosa que no es poco. Tocó el cielo con las manos una tarde de día de semana cuando le clavó dos goles al Flaco Vivaldo en el arco del Riachuelo y se cargó casi solo un triunfo chivo 2-1 a Tiro Federal. La ilusión creció en los hinchas al ver a un tipo que era prácticamente imparable. De arriba, de abajo y con la bocha ya sea en los pies o aguantándola.
Pieza clave entonces en el doblete de Apertura y Copa Sudamericana 2005, llegamos a ese marzo de 2006 bisagra. Tras el regreso del amistoso con la selección, chau Bilos. Así de una. Dubitativo, sin fuerza y sin su marca registrada: los zancazos épicos llevándose a la rastra todo. El Clausura lo terminó como pudo, participó de un gol rarísimo que puso el 3-2 decisivo y polémico frente a Vélez en Liniers y luego de festejar una nueva vuelta olímpìca contra Olimpo en la Bombonera, despidió a su amigo Rodrigo Palacio deseándole suerte en el Mundial. Consciente o no, tras 42 partidos oficiales y 5 goles y medio (?) contando ese que todos le dimos pero no hizo en cancha de Vélez, también se despidió esa misma tarde de la camiseta de Boca.
Su carrera, iniciada en Sport Pergamino y Banfield, siguió luego en el Saint Ettiene de Francia, América de México y ya súper devaluado en San Lorenzo y nuevamente con un fantasmal y campeón paso por el Taladro en 2009, donde anunció su retiro por problemas insalvables en la rodilla izquierda.
El Flaco arribó a Boca casi en silencio comparado con otros refuerzos que llegaron para que Coco Basile arme su once de memoria. De hecho Cata Díaz y Pocho Insúa se llevaron indudablemente todos los flashes.
Pero a la hora de patear la caprichosa (?) el Flaco tomó un protagonismo impensado. Y a los hechos nos remitimos. Debut el 16 de julio contra el Tottenham Hotspur y gol. Estreno oficial el 7 de agosto contra Gimnasia de Jujuy en el Nuevo Gasómetro y buen partido. Segunda fecha gol a Central en la Bombonera y tercera fecha gol a Lanús y apilada fantástica hasta que un jugador (?) llamado Fabbiani, tal vez algo celoso, lo bajó muy feo. Ah, Bassi hizo la más fácil: roja a los dos.
Pese al mal trago que incluyó el empate granate sobre la hora, el Flaco volvió a todo trapo. Magia, tacos y pisadas siempre útiles y efectivas. Cosa que no es poco. Tocó el cielo con las manos una tarde de día de semana cuando le clavó dos goles al Flaco Vivaldo en el arco del Riachuelo y se cargó casi solo un triunfo chivo 2-1 a Tiro Federal. La ilusión creció en los hinchas al ver a un tipo que era prácticamente imparable. De arriba, de abajo y con la bocha ya sea en los pies o aguantándola.
Pieza clave entonces en el doblete de Apertura y Copa Sudamericana 2005, llegamos a ese marzo de 2006 bisagra. Tras el regreso del amistoso con la selección, chau Bilos. Así de una. Dubitativo, sin fuerza y sin su marca registrada: los zancazos épicos llevándose a la rastra todo. El Clausura lo terminó como pudo, participó de un gol rarísimo que puso el 3-2 decisivo y polémico frente a Vélez en Liniers y luego de festejar una nueva vuelta olímpìca contra Olimpo en la Bombonera, despidió a su amigo Rodrigo Palacio deseándole suerte en el Mundial. Consciente o no, tras 42 partidos oficiales y 5 goles y medio (?) contando ese que todos le dimos pero no hizo en cancha de Vélez, también se despidió esa misma tarde de la camiseta de Boca.
Su carrera, iniciada en Sport Pergamino y Banfield, siguió luego en el Saint Ettiene de Francia, América de México y ya súper devaluado en San Lorenzo y nuevamente con un fantasmal y campeón paso por el Taladro en 2009, donde anunció su retiro por problemas insalvables en la rodilla izquierda.