Ahora que el Barba (?) metió mano y la palabra “milagro” le calza justo al trágico intento de robo en el que Fernando Gabriel Cáceres resultó baleado en la cabeza y casi muere, podemos repasar el meteórico paso del Negro por la primera de Boca.
Proveniente del fútbol de España, con rodaje en la Selección Argentina y 27 años en el DNI, Cáceres, que por suerte nada que ver con Julio César, llegó a punto caramelo al club. ¿Por qué? A todo ese escenario prometedor se le sumaba un condimento extra: el buen nivel casi siempre mostrado por el defensor central. Así que, kilos de ilusión.
Pero el Negro aterrizó en el medio de un gran bailongo en Boca. La era Bilardo, ya con el fracaso del Clausura 1996 a cuestas, armó lo que enseguidita fue bautizado “Dream Team”. Traducido al castellano, hordas de jugadores que entraron con sus sutos por el portón de acceso al club. Y lo hordas es por la salvaje cantidad y, más que nada, la calidad. Ejemplos sobran.
La cosa es que a mediados de 1996, el Apertura pintaba de maravillas y Cáceres, claro que era uno de los bastiones de la esperanza.
Debutó oficialmente una noche helada de Supercopa en cancha de Vélez. Fue el 21 de agosto en un triunfo 2-0 al Bicho en donde un montón de gente fue testigo de los silbidos al Huevo Toresani y de una línea de tres armada por el Narigón: Néstor Lorenzo, Cáceres y Tota Fabbri.
El arco en cero dio para ilusionarse un poco. Pero sólo un poco. Enseguida vendrían altas dosis de irregularidad, miles de cambios de sistema y de jugadores y muchas dudas por parte del técnico. Y Cáceres, en este contexto, hizo lo que pudo jugando a veces en líneas de tres y a veces en líneas de cuatro. Participó de epopeyas como el cascoteo en el Mineirao contra el Cruzeiro por la Supercopa y de jornadas para poner en un marquito como el 6-0 a Huracán en la Bombonera. Pero también fue parte de debacles estrepitosas como las derrotas 1-3 en cancha de Banfield o el 2-4 frente a Racing en el Cilindro.
Tal vez esa dura realidad lo hizo ver las cosas con claridad y tomar una decisión. Tras casi seis meses en Boca y luego de 20 partidos y 1 gol oficial frente a Unión la tarde que debutó Riquelme, el Negro se volvió corriendo al Viejo continente.
Su carrera, iniciada en Argentinos Juniors, River y el Zaragoza de España, siguió otra vez en la Madre Patria con las camisetas de Valencia, Celta de Vigo y el Córdoba. Ya casi acabado pegó la vuelta y defendió los colores de Independiente y de Argentina en el Showbol (?).
Proveniente del fútbol de España, con rodaje en la Selección Argentina y 27 años en el DNI, Cáceres, que por suerte nada que ver con Julio César, llegó a punto caramelo al club. ¿Por qué? A todo ese escenario prometedor se le sumaba un condimento extra: el buen nivel casi siempre mostrado por el defensor central. Así que, kilos de ilusión.
Pero el Negro aterrizó en el medio de un gran bailongo en Boca. La era Bilardo, ya con el fracaso del Clausura 1996 a cuestas, armó lo que enseguidita fue bautizado “Dream Team”. Traducido al castellano, hordas de jugadores que entraron con sus sutos por el portón de acceso al club. Y lo hordas es por la salvaje cantidad y, más que nada, la calidad. Ejemplos sobran.
La cosa es que a mediados de 1996, el Apertura pintaba de maravillas y Cáceres, claro que era uno de los bastiones de la esperanza.
Debutó oficialmente una noche helada de Supercopa en cancha de Vélez. Fue el 21 de agosto en un triunfo 2-0 al Bicho en donde un montón de gente fue testigo de los silbidos al Huevo Toresani y de una línea de tres armada por el Narigón: Néstor Lorenzo, Cáceres y Tota Fabbri.
El arco en cero dio para ilusionarse un poco. Pero sólo un poco. Enseguida vendrían altas dosis de irregularidad, miles de cambios de sistema y de jugadores y muchas dudas por parte del técnico. Y Cáceres, en este contexto, hizo lo que pudo jugando a veces en líneas de tres y a veces en líneas de cuatro. Participó de epopeyas como el cascoteo en el Mineirao contra el Cruzeiro por la Supercopa y de jornadas para poner en un marquito como el 6-0 a Huracán en la Bombonera. Pero también fue parte de debacles estrepitosas como las derrotas 1-3 en cancha de Banfield o el 2-4 frente a Racing en el Cilindro.
Tal vez esa dura realidad lo hizo ver las cosas con claridad y tomar una decisión. Tras casi seis meses en Boca y luego de 20 partidos y 1 gol oficial frente a Unión la tarde que debutó Riquelme, el Negro se volvió corriendo al Viejo continente.
Su carrera, iniciada en Argentinos Juniors, River y el Zaragoza de España, siguió otra vez en la Madre Patria con las camisetas de Valencia, Celta de Vigo y el Córdoba. Ya casi acabado pegó la vuelta y defendió los colores de Independiente y de Argentina en el Showbol (?).