A casi nada del comienzo de México 86, el Boca de Zanabria dejaba el alma en esa nueva aventura que era la Liguilla Pre-Libertadores, un mini torneo de llaves a doble partido que otorgaba una plaza a la Copa a disputarse luego del Mundial.
A los clasificados por la temporada 1985/86 se le sumaron equipos del interior. Así fue que en octavos de final, Boca pasó caminando tras eliminar con dos triunfos a Alianza de Cutral-Có Neuquén. El choque de cuartos fue contra Olimpo de Bahía Blanca, equipo que no tenía ningún tipo de roce en el fútbol de élite a excepción de un par de campeonatos Nacionales unos años antes. Y lo que todos preveíamos como una especie de entrenamiento se convirtió de repente en una lucha de gladiadores romanos.
El partido de ida, 11 de mayo en la Bombonera, arrancó fuerte pero leal. Boca no jugó bien el primer tiempo pero se fue 1-0 arriba gracias a un cabezazo de Roberto Pasucci en el arco de Casa Amarilla. El entretiempo invitó a comerse unos choris y a soñar con un par de goles más para asegurar la serie y viajar a Bahía a conocer el Carminatti. Pero nada más lejos.
A los dos minutos del segundo tiempo Olimpo clavó el empate y a partir de ahí la cancha se convirtió en el ring de Titanes. El aurinegro se atrincheró y empezó a levantar la patita para defender como sea ese empate sacado de la galera. El tema es que Boca contaba en sus filas con tipos como Pasucci, Higuaín, Stafuzza y el uruguayo Krasouski, más otros como Juan Amador Sánchez que no le escapaban a la contienda.
A los clasificados por la temporada 1985/86 se le sumaron equipos del interior. Así fue que en octavos de final, Boca pasó caminando tras eliminar con dos triunfos a Alianza de Cutral-Có Neuquén. El choque de cuartos fue contra Olimpo de Bahía Blanca, equipo que no tenía ningún tipo de roce en el fútbol de élite a excepción de un par de campeonatos Nacionales unos años antes. Y lo que todos preveíamos como una especie de entrenamiento se convirtió de repente en una lucha de gladiadores romanos.
El partido de ida, 11 de mayo en la Bombonera, arrancó fuerte pero leal. Boca no jugó bien el primer tiempo pero se fue 1-0 arriba gracias a un cabezazo de Roberto Pasucci en el arco de Casa Amarilla. El entretiempo invitó a comerse unos choris y a soñar con un par de goles más para asegurar la serie y viajar a Bahía a conocer el Carminatti. Pero nada más lejos.
A los dos minutos del segundo tiempo Olimpo clavó el empate y a partir de ahí la cancha se convirtió en el ring de Titanes. El aurinegro se atrincheró y empezó a levantar la patita para defender como sea ese empate sacado de la galera. El tema es que Boca contaba en sus filas con tipos como Pasucci, Higuaín, Stafuzza y el uruguayo Krasouski, más otros como Juan Amador Sánchez que no le escapaban a la contienda.
Y a los 15 minutos llegó la hora de la verdad. Tras una entrada durísima de Higuaín a Florit, Romero cobró el foul pero los dos se levantaron, se pechearon, empujaron y seguramente se dijeron un par de cositas. De la nada copó la parada Alfredo Enrique Torres a tratar de arriar al Pipa, pero Higuaín lo conectó en la cara inmediatamente. No fue una piña. Fue más bien un estiletazo tipo kung-fu, pero que lo impactó de lleno en la cara y lo tiró al piso. Roja para el noqueador y para el noqueado y enorme tumulto con manotazos volando para todos lados.
Desde ya la cosa no quedó así. Por lo menos para Florit en primer lugar. Porque tres minutos después, y se ve que todavía calentito, fue a buscar una pelota y le metió un planchazo descomunal a la Chancha Rinaldi. Duchas y una despedida con proyectiles para Florit. Tengamos en cuenta que eran épocas en que no existían las mangas de seguridad.
La última medio hora, Graciani cobró de lo lindo, Pasucci y Krasouski emparejaban la cosa y Boca puso contra el arco a Olimpo, lo peloteó, pero no pudo quebrar el 1-1.