Los torneos Evita fueron una iniciativa del gobierno peronista para promover el deporte juvenil que, entre otras cosas, dieron lugar al surgimiento de varios clubes de fútbol que tiempo más tarde circularon con relativo éxito por las categorías oficiales del ascenso argentino. Arsenal de Llavallol fue una de las tantas instituciones que se vio beneficiada con el torneo y tras consagrarse a nivel provincial y nacional en 1950 recibió por parte de Ramón Cereijo, ministro de hacienda de Juan Domingo Perón, las tierras para levantar su estadio en el partido de Lomas de Zamora.
La historia de Arsenal era prácticamente nula, fundado el 12 de octubre de 1948 por Aníbal Díaz, un cazatalentos amante del fútbol inglés que a su vez oficiaba de presidente, técnico y empresario del club, se largó a participar en los torneos Evita con un grupo de jugadores que el propio Díaz había recolectado en distintas partes del país. La figura del equipo campeón era el Polaco Vladislao Cap.
Habiendo cumplido los requisitos necesarios para afiliarse a la AFA, en 1952 debutó en el Campeonato de Aficionados, predecesor de la Primera D, y permaneció allí hasta 1954 cuando dio el salto por decreto a la Primera C. En ese entonces si un equipo cumplía con determinadas normativas que iban desde la cantidad de socios hasta la capacidad y comodidad de su estadio, podía solicitar el ascenso inmediato. Arsenal definitivamente reunía las condiciones y con Antonio Angelillo y Humberto Maschio, dos de los Carasucias del Sudamericano de 1957, además de Natalio Sivo como figuras, subió de categoría.
Además de los de Llavallol, Justo José de Urquiza y Brown de Adrogué fueron favorecidos por la curiosa disposición y lograron el ascenso al igual que el campeón Sacachispas, que se consagró en su primera participación en el Campeonato de Aficionados. A lo largo de los torneos Evita, Arsenal y Sacachispas, que nació inspirado en la famosa película Pelota de trapo en la que Armando Bó actuaba de crack, se convirtieron en archirivales y en el clásico predilecto de todos aquellos que presenciaban las multitudinarias finales nacionales en la cancha de River.
En la Primera C se mantuvo con campañas irregulares hasta que descendió en 1958, así debió volver a jugar en la última categoría del fútbol argentino a pesar de contar con jugadores como Norberto Schiro o Rubén Magdalena. En 1959 Arsenal fue desafiliado en reprimenda a su presidente Díaz, que fue acusado de falsificar la firma de Raúl Colombo, en ese entonces máximo dirigente de AFA, para trasferir futbolistas al exterior evadiendo impuestos.
El primer intento del fundador para devolver al club a los campeonatos oficiales fue una fallida alianza con River, que dejó sin efecto el convenio rápidamente. En 1962 la AFA levantó la sanción y Arsenal pudo volver a formar parte del Campeonato de Aficionados al mismo tiempo que iniciaba su etapa más exitosa al convertirse en la filial de Boca que se hacía acreedor del club y los jugadores que de éste formaban parte. El acuerdo le sirvió a Arsenal, que reemplazo sus bastones verticales amarillos y marrones por la franja azul y oro, para asegurarse un apoyo económico desde la entidad que presidía Alberto J. Armando y formar un equipo competitivo que tenía como pilares a Oscar Pianetti y Ángel Clemente Rojas, dos juveniles zeneizes que llegaron a Llavallol a préstamo y sin opción.
En 1964 un Arsenal renovado que era dirigido técnicamente por Rogelio Muñiz y asesorado institucionalmente por Adolfo Pedernera logró su primer y único título al derrotar en la final a Ituzaingo (foto) y así se ganó nuevamente el derecho de formar parte de la Primera C. Sin embargo lo que en ese momento pareció ser el trampolín hacia la consolidación acabó por convertirse en el principio del fin. Díaz perdió espacio por el monopolio de Boca que fue dejando de lado el proyecto y Arsenal desbarrancó deportiva e institucionalmente.
Armando, que en 1962 había adquirido la Candela, decidió trasladar las inferiores al predio de San Justo, por lo que Boca abandonó Llavallol y con él, a Arsenal. A los problemas por la falta de recursos económicos, se sumó el pedido del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía que solicitaba el terreno que había sido entregado en comodato durante la presidencia de Perón. Sin espacio físico ni presupuesto, el club selló automáticamente su desafiliación un 12 de octubre de 1968 tras caer con Central Córdoba de Rosario, exactamente veinte años después de su fundación.
La tribuna de cemento fue demolida y las casillas que hacían las veces de vestuario adquiridas por particulares. A partir de ese momento el club de Llavallol se perdió en el tiempo. Se convirtió en un vago recuerdo que simula ser lejano pero que se llevó consigo una pequeña parte de la historia, esa que falta desde que Arsenal decidió cerrar sus puertas para siempre.
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Autor Matías Rodríguez de Fobal2000