Flor de guacha la vida (?). Sino que alguien explique cómo se puede pasar de una alegría inmensa como la que llenó la Bombonera el domingo 24 de agosto de 1997, a un bajón suicida (?) el jueves 28. Un mazazo parecido al del Mundial de Estados Unidos, pero mucho peor porque esto es Boca. Así que ya nada fue igual a partir de ese jueves por la noche cuando explotó la noticia de que el frasco Nro. 011 con la orina de un jugador de Boca había dado positivo en el control antidóping. Control hecho después del triunfo 4-2 contra el Bicho por la primera fecha del Apertura.
Aunque parezca mentira, el nombre del implicado tardó un rato en salir a la luz. Pero obviamente todos los cañones apuntaron enseguida a Diego. Así que fue cuestión de minutos para que aparecieran los opinólogos de turno. Entre los que se anotó el mismísimo Macri cuando ante el primer micrófono que le pusieron delante, no sólo confirmó el nombre de Maradona sino que hasta dio a conocer la sustancia encontrada en el análisis de orina. Contra muchos de los pronósticos que daban por hecho la aparición de efedrina, Mauricio puso blanco sobre negro, aunque 24 horas después trató de justificar sus palabras de más: “...yo no dije que fue cocaína. Comenté que el rumor general, que el radio pasillo, era que podía llegar a ser cocaína. Eso fue lo que dije. Si la contraprueba da positiva es un caso de dóping y debemos atenernos a las generales de la ley, con lo cual no tiene importancia la sustancia que se ha utilizado... La Paglia y Riquelme son los reemplazantes naturales de Maradona. Boca tiene 93 años de historia y está por arriba de cualquier hombre, aunque este hombre sea el jugador más grande de todos los tiempos del fútbol argentino...".
Lo cierto es que el mundo Boca besaba la lona rápidamente luego de la ilusión que se había generado alrededor del tercer ciclo de Maradona en el club. Ilusión que estaba al dente luego de once meses de desaparición del Diez tras salir sorteado para el antidóping y zafar (?) post partido con Estudiantes por el Clausura 96. Diego se recluyó todo ese tiempo para hacer los deberes lo mejor posible, internación en clínica de adicción incluida.
Así las cosas, el 21 de abril de 1997 firmó un nuevo contrato con Boca para volver a jugar. En un periquete viajó a Canadá, contrató a un suspendido de por vida Benjamin Sinclair Johnson como preparador físico personal y el operativo retorno estuvo una vez más en marcha. A lo Diego (?). Ah, ni hace falta aclarar que con Maradona en forma y varios refuerzos interesantes que estaban al caer, la ecuación daba como resultado primer puesto o destierro (?). Como pasó y pasa casi siempre en la historia de Boca.
En Canadá Maradona bajó 11 kilos en 14 días. Aunque conociendo los antecedentes de Ben (?) daba para sospechar o como mínimo mirar para otro lado. Pero jamás para quedarse tranquilo. A esa altura la siempre tensa relación entre Macri y Maradona no pudo plasmar en los papeles del contrato uno de los puntos en disputa: los controles antidóping privados a los que Diego debía someterse antes de cada partido oficial. Pero la promesa, aunque de palabra, quedó hecha.
Incluso Macri se preocupó bastante (?) por la salud de Maradona. Unos meses antes del regreso, se le realizaron estudios generales en el Sanatorio Otamendi para conocer posta su estado de salud. Y para sorpresa de unos cuantos, los chequeos no trajeron grandes novedades a excepción de algunos kilos de sobrepeso. Inclusive el Dr. René Favaloro dio el visto bueno sobre la actividad cardíaca de Maradona. Venía todo sobre rieles.
Se enciende la primera alarma
Con el regreso de Maradona el 9 de julio en un amistoso contra Ñuls en el Parque Independencia, la dirigencia de Boca no quiso dejarse estar y pagó un control antidóping privado previo al retorno oficial contra Racing pautado para el domingo 13 de julio por el Clausura. La muestra de orina de Diego fue enviada en cinco frascos al Centro de Investigaciones Toxicológicas en San Pedrito 92, barrio de Flores, y calculamos que Macri, Pepitito Conde y toda la plana mayor habrán prendido varios paquetes de velas. Pero las velas no surtieron efecto.
Luego del análisis, cuatro de las muestras no revelaron nada fuera de lo normal. Pero la última, realizada tres días antes del partido contra Racing, dio positiva por la aparición de varias sustancias prohibidas por FIFA. Recién ahi en ese momento la CD empezó a sospechar de los métodos utilizados por Ben Johnson. Pero ya era tarde.
El clima de intranquilidad se diluyó recién cuando uno de los médicos consultados confirmó que esos resabios de sustancias desaparecían del cuerpo humano en unas ocho horas, Así que medio contra reloj y cagando fuego (?), Maradona pudo jugar finalmente ese partido contra la Academia. Pero lo que terminó pasando, aunque faltaban un par de fechas para terminar el Clausura, es que Diego se guardó bajo llave con la cabeza enfocada únicamente en el Apertura que se venía en un mes. Objetivo que todo Boca puso en la mira telescópica casi con desesperación por un detalle: River venía de meter Libertadores y bicampeonato local.
Cuando todo era felicidad
La semana previa al debut contra Argentinos, Cóppola se comunicó con algunos dirigentes para pedirles que autorizaran el gasto de 2.000 dólares que era lo que costaba cada uno de esos controles en laboratorios privados. Pero los dirigentes no quisieron largar ni un cobre y hasta le terminaron sugiriendo a Cóppola que le haga a Diego "el control de siempre". Acá hay que hacer un párrafo aparte.
"El de siempre" era un control que Guillote había bautizado Evatest. Consistia en un aparatito de origen alemán llamado Triade que se compraba por encargo en cualquier farmacia por módicos 900 mangos. Una ganga (?). En la mañana del domingo 24, Cóppola cayó con el bendito Triade a la habitación 901 del Hotel de las Américas donde concentraba Boca. Obviamente la habitación de Maradona.
Diego hizo pis y colocaron la muestra en el aparatito. El examen de tipo casero dio negativo. Minutos más tarde, ya bajo la mirada del doctor Albero, se colocó en el aparatito una segunda muestra que también dio negativa.
La tarde del partido contra el Bicho, Diego no encaró demasiado ni gambeteó. Apenas se limitó a destilar magia tocando la pelota y metiendo pelotazos a sus compañeros. Cosa que hizo muy bien. Hizo un gol de penal en el arco de Casa Amarilla, lo festejó trepándose al alambrado y se sacó mal ante el recordado planchazo del Balín Benett sobre el Ñol Solano. Gestos que casi obligaron (?) al Sargento Giménez a expulsar al hondureño.
Con la victoria 4-2 abrochada, Diego marchaba camino al vestuario cuando alguien le confirmó que el sorteo para el control antidóping lo tenía como uno de los beneficiados (?): "...¡Viejo! Parece que tienen la bolita número diez pegada en la mano. No importa, me cago en el control. Me voy a reir de lo que digan. Estoy tranquilo, total hoy a la mañana me hice uno y me dio negativo...".
Fue al control riendo y abandonó la Bombonera en una Mitsubishi Montero bordó. Atrás en una Chevrolet Lumina iba Claudia y 14 pibes del staff de "Cebollitas". Todos a comer pizzas y empanadas en Devoto para ver Fútbol de Primera seguramente.
Los dias siguientes pasaron sin novedad alguna sobre el destino de Maradona. Recién el miércoles reapareció en su palco VIP junto a Conde para ver Boca 1 - Independiente 1 por la Supercopa. Gritó el gol de Boca pero sufrió con el empate agónico del Rojo. Cosa que lo puso a 220: "...no puede ser que hagamos chiches en la defensa. Uno tira un caño, otro cierra al revés... así no va viejo...". Y la bronca no se le fue así nomás. Incluso llegó a pedirle a Conde la contratación urgente de Ruggeri y Trotta. Con ese escenario arribó al país un casi desconocido Patrón Bermúdez, flamante refuerzo de Boca.
Los dias siguientes pasaron sin novedad alguna sobre el destino de Maradona. Recién el miércoles reapareció en su palco VIP junto a Conde para ver Boca 1 - Independiente 1 por la Supercopa. Gritó el gol de Boca pero sufrió con el empate agónico del Rojo. Cosa que lo puso a 220: "...no puede ser que hagamos chiches en la defensa. Uno tira un caño, otro cierra al revés... así no va viejo...". Y la bronca no se le fue así nomás. Incluso llegó a pedirle a Conde la contratación urgente de Ruggeri y Trotta. Con ese escenario arribó al país un casi desconocido Patrón Bermúdez, flamante refuerzo de Boca.
Tremenda bomba atómica
Cuando Grondona llamó desde Egipto a Macri el jueves 28 a la noche, ni queremos imaginar la caripela que habrá puesto Mauricio. El presidente buscó inmediatamente a Conde y le pasó todas las facturas juntas: “...¿te enteraste de lo que pasó? A Maradona le dio positivo. recién me lo confirmó Grondona. Vos que hinchaste tanto las pelotas para que lo trajéramos. Mirá en lo que terminó todo...".
A partir de ese momento Diego se recluyó en el departamento de Posadas 1414, 3 “C”, propiedad de Carlos Ferro Viera, un publicista que apareció en el entorno de Diego a fines del 96 y que había tomado (?) un protagonismo que hasta le daba vía libre para pasearse por el campo de juego y esperar a Diego en la boca del túnel. Cosa que no pudo o quiso explicar nadie.
Maradona volvió a pisar la calle en la madrugada del domingo 31 mostrándose junto a su cuñado el Morsa. Le pegó un tubazo a Guillote y le pidió que lo lleve hasta su casa en Habana y Segurola.
A esa altura uno de los hombres más buscados del planeta después de Diego, era Cóppola. Y Guillote le puso el pecho a las balas: "...yo hablé con Diego y me jura y rejura que no tomó nada. ¿Qué pienso? Que acá hay un error. No sé de quién, pero alguien se equivocó feo. Yo no hablo de complot ni de manos negras. Se tratará de un error muy grave.. Yo creo en Diego y me baso en varios aspectos. Según comentan, a Diego le habrían detectado un grado de cocaína que va del 88 al 92 por ciento de pureza, lo que significaría una ingesta muy cercana al momento en que se hizo el control antidóping o, en su defecto, que se la pusieron en la muestra. Y cualquiera de las posibilidades, son un disparate... Además Diego estaba perfecto antes del partido. Le hicieron un control cardíaco y daba 168 pulsaciones por minuto, algo normal para cualquier jugador de fútbol. Si hubiera estado drogado su ritmo tendría que haber sido mucho más acelereado...”.
El show debe continuar
Con la noticia recontraconfirmada, el entrenamiento de Boca del viernes 29 de agosto en el Sindicato de Empleados de Comercio fue lo más parecido a un velorio. Hasta hubo una pizarra en la entrada donde el Bambino hizo catarsis y escribió un par de frases dedicadas a Diego.
Veinticuatro horas después Boca tuvo que visitar a Platense en cancha de Vélez. Con interminables muestras de afecto de parte de los hinchas ya sea en cánticos o banderas, el equipo de Veira hizo lo que pudo. Que fue muy poco por cierto. Boca fue un desastre, no dio dos pases seguidos, estuvo dos veces abajo en el marcador pero terminó empatando 2-2 con el Calamar un partido que mereció perder. Estaba clarísimo que de esa forma seguir fantaseando con una vuelta olímpica era una locura. Ese Boca parecía herido de muerte.
Veinticuatro horas después Boca tuvo que visitar a Platense en cancha de Vélez. Con interminables muestras de afecto de parte de los hinchas ya sea en cánticos o banderas, el equipo de Veira hizo lo que pudo. Que fue muy poco por cierto. Boca fue un desastre, no dio dos pases seguidos, estuvo dos veces abajo en el marcador pero terminó empatando 2-2 con el Calamar un partido que mereció perder. Estaba clarísimo que de esa forma seguir fantaseando con una vuelta olímpica era una locura. Ese Boca parecía herido de muerte.
The end (?)
Como no podía ser de otra manera, la mitad menos uno pedía quita de puntos, suspensiones y poco más que fusilamiento público. Pero, ¿qué decía la ley? Como Diego no era reincidente (sus otros dópings fueron en Italia y en Estados Unidos, no en partidos AFA) la Ley Nacional 24819 hablaba de dos años de inhabilitación para jugar. Pero ojo que esa ley aunque había sido aprobada por el Congreso, al momento en cuestión, no estaba reglamentada. Así que había un resquicio legal para pelearla y que Diego pueda retirarse del fútbol de una forma mucho más digna.
De todas maneras, cualquier paso debía esperar el formulismo de la contraprueba a realizarse el miércoles 3 de septiembre. Como medida preventiva, la AFA suspendió a Maradona a la espera de los resultados de esa contraprueba. Análisis que obviamente también dieron positivo por la presencia de benzoitilecgonina y metilecgonina, metabolitos de la cocaína. Todo mal, pero no (?). Ajustémonos los cinturones.
Da la casualidad (?) que Maradona había realizado una denuncia policial en julio, a raíz de unas supuestos llamados telefónicos en donde lo amenazaban con ponerle droga en un control antidóping. El juez Claudio Bonadío comprobó estas amenazas, y tras un pedido presentado por los abogados del Diez, dispuso una medida de no innovar que obligó a la AFA a dar marcha atrás con la suspensión hasta que le realizara una prueba de ADN a la orina del frasco de Maradona contra Argentinos para constatar que fuera efectivamente de Diego. Esto le permitió al Diez seguir jugando con la condición de hacerse en forma obligatoria un control antidóping 24 horas después de cada partido. Pero el estudio de ADN no pudo ser completado, debido a la pequeña cantidad de material genético que se encontró en las muestras que había enviado la AFA a analizar. En el transcurso de todo este barullo legal que terminó con el juez Bonadío retirando la medida de no innovar y ratificando la suspensión provisoria de AFA, Diego Armando Maradona ya había colgado los botines. Por suerte pudo jugar varios partidos más (contra Ñuls, Vélez, San Lorenzo y un tiempo contra Colo Colo por la Supercopa) incluyendo la visita a cancha de River del 25 de octubre donde salió reemplazado en el entretiempo y terminó siendo su último partido de fútbol. Cosa que confirmaría tres días después, anunciándolo oficialmente mientras festejaba su cumpelaños 37.