Cada tanto aparece uno de esos casos que nos demuestra brutalmente que para jugar en la primera de Boca no sólo hacen falta un montón de cualidades técnicas y físicas. Aparte de saber parar una pelota, pisarla un poquito, pasársela a un compañero y aguantar corriendo 90 minutos, hay que dar muestras de personalidad. Pruebas de una fortaleza mental que permita sobreponerse a circunstancias adversas y acarrear con la enorme responsabilidad de jugar con la camiseta azul y oro puesta. Requisitos estos últimos, que hicieron de la estadía de Jesús José David Méndez en Boca, un verdadero infierno. Tanto para él como para los que lo vimos desde afuera.
Luego de una interminable novela en la que varias veces el pase estuvo caido, su arribo a comienzos de 2010 procedente de Rosario Central vino precedido de un consagratorio (?) Apertura 09 con el Canalla. Así que los dirigentes de Boca compraron una vez más con el diario del lunes y Abel Alves pudo contar en sus filas con un mediocampista batallador, conocedor del doble cinco, con mucha técnica, capaz de gambetear en una baldosa para después soltarse, armar juego y por qué no, pisar el área rival. Ah, sumemos buena pegada con pelota parada y en movimiento. Joya, nunca taxi (?).
Su debut fue al toque. Ni bien llegó, se calzó la 34 contra Argentinos y fue volante por la izquierda en La Paternal el domingo 31 de enero por la primera fecha del Clausura. Las dimensiones del metegol estadio Diego Maradona jamás lo dejaron de garpe y el crédito quedó abierto para todo lo que se venía. Tres días más tarde en la segunda fecha contra Lanús, tiró un par de firuletes que no dieron resultado debido a los charcos que hubo esa noche en la Bombonera. Así que la excusa del diluvio caído le vino de perillas.
Las fechas empezaron a pasar y la cinta blanca en su muñeca jamás secó una gota de transpiración verdad no se lo veía muy metido. De hilvanar algo decente ni hablar. Pero el apuntado fue el técnico Alves que no lo ponía de volante central suelto sino por las bandas. Pero para ser sinceros, perder la pelota en la medialuna propia intentando tirar un caño, no admite discusión táctica posible. Sus bicicletas, pisadas y fintas empezaron a quedar fuera de contexto en un tipo que trotaba la cancha y no tenía la delicadeza de por lo menos sacar un puntinazo al arco contrario.
Contra River tras la suspensión por lluvia, pudo por fin sacarse el gusto de jugar de doble cinco. Y rendir, podríamos decir que rindió. Aunque los dos goles los hizo otro volante con tal vez menos obligaciones ofensivas que él. Estamos hablando de Gary Medel. A los pocos días Alves renunció y durante todo el primer interinato de Pompei fue ignorado olímpicamente.
La llegada de Borghi a mitad de año lo encontró con pelo y barba candado de color rubio platinado y la ilusión de arrancar de cero un ciclo que trajo aires de renovación importantes. Primero por la gran cantidad de refuerzos llegados. Y segundo, por el sistema talibán del cual Borghi jamás se apartaría. En el 3-4-1-2, empezó siendo de los volantes que ocupaban el centro de la cancha. Pero nada. Pasó de carrilero y la cosa empeoró ya que no llegaba al fondo, no cubría atrás, no pateaba al arco, no tiraba acentros, no iba ni venía. ¿Qué carajos hacía? Vegetaba.
El 24 de octubre redobló la apuesta haciéndose expulsar muy boludamente en la cancha de Independiente. Un tremendo planchazo fuera de contexto puso en riesgo un 0-0 que parecía cantado desde los cinco del primer tiempo. Volvió de la suspensión, cantó presente en la despedida al Bichi en el Monumental y otra vez estuvo bajo las órdenes de Pompei. Momento en que ganó las primeras planas no por sus minutos aislados en la última fecha del campeonato sino por irse a las manos con Insaurralde en un entrenamiento.
Habló en algunos medios acerca de un problema familiar pesado pero no tuvo más hilo en el carretel para afrontar el mundo Boca. La llegada de Falcioni, quien le pidió expresamente que se quedara a pelear un puesto, lo terminó de decidir sobre su nuevo rumbo: tras 22 partidos oficiales en Boca se fue a jugar al Nacional B con Rosario Central. Sin palabras. Sus inicios fueron con las camisetas de River, Olimpo y el Saint Gallen de Suiza.