Que el Profesor Habegger no fue el mejor técnico en la historia de Boca no es ninguna novedad. Ahora, qué ilusos los que vemos a un Carlos Bianchi o a un Juan Carlos Lorenzo como los mayores estrategas que supieron sentarse en la silla eléctrica boquense. Nada que ver. Llegó la hora de rendirnos ante los números de Horacio Oscar Bongiovanni, 88,88% de efectividad en 9 partidos dirigidos. O sea, 7 victorias, 2 empates, 24 goles convertidos y sólo 6 sufridos. Una bestia (?). Y mucho más si analizamos el enrarecido contexto de su interinato.
Nacido en Rosario en agosto de 1950 y ex jugador del club durante los setenta, Bongiovanni regresó a Boca en 1981 como ayudante de campo de Silvio Marzolini. Así que gritó “dale campeón” el 15 de agosto tras el sufrido empate con Racing que aseguró el Metro y se preparó para la aventura del Nacional. Pero los palos en la rueda estuvieron a la orden del día. Primero, con un arranque que acumuló tres derrotas en fila en las fechas 2, 3 y 4. Una de ellas con River en la Bombonera. A eso hay que sumarle una brutal interna entre dirigentes, un plantel en pie de guerra ante las críticas recibidas por parte de la CD y algunos problemitas económicos que empezaban a sobrevolar el club. Lindo escenario (?). La cosa es que tras la tercera derrota consecutiva, 30 de septiembre de 1981 contra Instituto en cancha de Boca, la salud de Marzolini dijo basta y quedó internado horas más tarde por un problema cardíaco. La cosa iba muy en serio según propias palabras de Silvio: “...en el partido con River en la primera rueda del Metro, me colocaron un aparatito en el pecho para medir mi ritmo cardíaco. Parece que llegó a marcar 150 pulsaciones por minuto. ¿Qué te parece? ¿sabés cómo se sufre en el banco? Me hice una ergometría el viernes pasado poque hace tiempo que venía sintiendo ardores en el pecho y como medida preventiva me aconsejaron unos días de reposo. El miércoles que viene van a repetir el examen. Yo no tengo nada, estoy seguro. Eso sí, estaba pasado de faso, venía fumando dos atados por día...”. Como encima Susana, la esposa de Silvio, le armó un cerrojo prohibiéndole terminantemente hablar de fútbol, la recuperación de Marzolini obligó a improvisar un técnico interino que agarre el fierro caliente que era Boca en ese momento. Y el elegido fue Horacio Bongiovanni.
Y la verdad que su estreno, domingo 4 de octubre, dejó más dudas que certezas. Porque no ganarle al San Lorenzo que ya era de la B en cancha de Ferro fue un paso atrás. Más si vemos que el 0-0 pudo haber sido derrota si el Colorado Suárez no sacaba en la línea una clarísima jugada de gol con la Pantera Rodrñiguez ya vencida.
Pero al toque vino una seguidilla impresionante. Victorias 7-1 a San Lorenzo de Mar del Plata, 3-1 a Estudiantes en La Plata, 1-0 a Unión en Santa Fe el día que Diego amagó dejar el fútbol, 2-1 a Atlético Tucumán, 4-1 a Instituto en Córdoba con tres de Maradona, dos de ellos joyitas fotocopiadas, 3-0 con un baile infernal al Ciclón y 2-0 al San Lorenzo marplatense en La Feliz. En el medio de todo esto, hubo un 2-2 en cancha de River que fue prácticamente un triunfo porque Diego empató el superclásico con un penal que cerró el partido.
Así que el comienzo irregular de Boca se convirtió en clasificación cómoda a cuartos de final. Ya en la última fecha de la primera fase volvió Marzolini y mandó de regreso a Bongiovanni a su cargo original tras una increíble aventura que duró 47 días.