miércoles, 13 de octubre de 2010

El Boca - Olimpia de la Libertadores 1989


A lo largo de su historia, Boca Juniors siempre ha dado sobradas muestras de carácter tanto en torneos locales como en internacionales. Hubo jornadas épicas, jornadas milagrosas y de esas que van pasando de generación en generación, siempre con algún agregadito de más. Pero los que ibamos creciendo en la década del ochenta nos teníamos que contentar apenas con escuchar esas historias o a lo sumo leerlas en alguna revista vieja. Hasta que por fin una buena noche nos desvirgamos (?). Fue el 12 de abril de 1989 en cancha de Boca, en medio de una jornada en donde los más viejos tuvieron que tener el cuore al día para sobrevivir los últimos cinco minutos de partido. Y los más pibitos miraban para todos lados y no entendían una goma lo que estaba pasando. Esto es Boca (?) señores.
Y antes de arrancar hay que admitir que la envergadura del rival multiplica por dos la epopeya: ese Olimpia de Paraguay era más duro que un yunque. No era un Botafogo o un flancito de esos que vienen de paseo a Buenos Aires. Hecha la aclaración, nos ajustamos los cinturones y arrancamos.
Copa Libertadores, octavos de final. Partido de ida en eAsunción bajo un sol que rajó la tierra e interminables lluvias de naranjas en cada corner o lateral a favor. Derrota 0-2 y penal de Comas desviado que pudo haber sumado un poco más de optimismo para la revancha. Fue un golpe duro para ese Boca de Pastoriza que ya empezaba a quedarse sin nafta también en el campeonato local.
Revancha en Bombonera colmada. A los 18 del primer tiempo, los paraguas habían tirado dos baldazos de agua helada y ya ganaban 0-2, poniéndose entonces cuatro goles arriba en la serie. Pero Boca empezó a meter la piernita y llegó al empate 2-2 a los 5 del segundo tiempo tras goles de Perazzo y de Villarreal . Pero a los 15 del segundo tiempo, todas las esperanzas parecieron hacerse pelota cuando Amarilla puso el 2-3 que obligaba a Boca a meter tres goles para ir a penales. Pastoriza sacó a Abramovich, puso a Latorre y el partido empezó a jugarse a matar o morir. A los 25 llegó el empate a través de Comas de penal y los paraguayos parecieron bajar la cortina a pura hacha y tiza en el mediocampo.
Hasta que a los 41, Richard Edunio Tavares agarró la lanza y transformó una patriada en gol: 4-3. El pasto se le empezó a mover más de lo aconsejado a los paraguas y los minutos finales fueron tremendos. Imposible olvidarse cómo temblaba la cámara de TV del viejo Canal 9 ante cada ataque de Boca. Y llegó el milagro. A los 44, tras la salida de un córner en el área de Casa Amarilla, en lugar de buscar el viejo y querido ollazo, fue toque corto y disparo sorpresivo de Walter Perazzo. La pelota le pasó por debajo al arquero cerca del primer palo. Las tribunas se estremecieron ante el milagro de alcanzar el impensado 5-3 y forzar los penales. Penales que fueron otro parto sietemesino.


Se patearon en el arco de Casa Amarilla y tuvieron todos los matices. En la serie de cinco, Olimpia estuvo match point en su último penal. Pero Navarro Montoya le atajó a Miño con un manotazo dramático, Tapia convirtió y hubo que recurrir a las series de uno y uno.
El primero de Olimpia no fue gol, así que el match point pasó a los pies de Boca. La Bombonera tomó aire para lo que iba a ser un festejo sin igual, pero Villita se puso más blanco que la Tango y le tiró una masita a Ever Almeida. Siguieron pateando un par más, hasta que Tavares erró y Olimpia se llevó la clasificación por 7-6. Una eliminación dolorosa como todas, pero que no borra la hazaña llevada a cabo esa noche.