Misión casi imposible ponerse la de Boca y romperla para un tipo que, según cuentan, apenas pudo asomar la cabeza en sus pasos por All Boys, San Lorenzo, Unión y Estudiantes de Buenos Aires. Y si ese ponerse la de Boca encima es por nada más que 35 minutos oficiales, la cosa directamente toma ribetes dantescos si la esperanza de Faraone fue sacar a Támer, poner a Osvaldo Daniel Morandini y que clave las tres pepas que hubieran sido necesarias para dar vuelta la derrota 0-2 contra Racing.
Delantero de 26 años que se sentó la noche del 30 de abril de 1983 en el banco de suplentes visitante de la cancha de Independiente soñando un debut a lo grande y una jornada que le abra la puerta de muchas otras con la camiseta xeneize. Pero no, nada más lejano. Debut y despedida.
Entró con la 15 en la espalda y trató de hacer barullo en una de esas noches que salía todo al revés. Porque el primer gol racinguista fue con clarísimo foul sobre el Loco Gatti, y porque el segundo fue obra de un viejo conocido y poco habitué de las redes contrarias: Horacio Matuszyckz. Gracias (?) Polaco.
El clásico en cuestión por la segunda fase del Nacional 83 terminó a pura impotencia de Comelles, Osvaldo Pérez, Bachino y compañía. Linda banda (?). Sin embargo, Boca avanzó de fase y siguió su sueño hasta terminar con Pasucci atajando en el bochorno contra Argentinos Juniors en cancha de River.
A partir de esa altura, sin poder confirmarse nunca la versión de una pésima forma física, el paradero de Morandini pasó a ser un misterio y no tendría una segunda aparición como para demostrar la contrario.