Histórica jornada la del sábado 15 de agosto de 1981. Por donde se la mire. Boca que estaba a un empate de consagrarse campeón Metropolitano y enterrar los fantasmas que habían aparecido la semana anterior en Arroyito cuando Diego erró un penal faltando 15 minutos. Una jornada en la que se terminó trayendo de Rosario una derrota que no fue catastrófica porque Huracán le levantó un 0-3 imposible a Ferro y los Verdolagas sólo pudieron acortar la diferencia en la tabla de tres a dos puntos. Párrafo aparte para la dolorosa e interminable caravana de autos y micros volviendo de Rosario con caras largas hacia Buenos Aires.
Pero para ser sinceros, esa tarde de la última fecha del Metro 81, no hubo tiempo de disfrutar seguir los pormenores de lo que estaba pasando en Caballito entre Argentinos y San Lorenzo, que se jugaban nada menos que la permanencia en primera, porque Boca, fiel a su historia, hizo de su partido contra Racing una gigantesca fábrica de cortar clavos.
Tras un arranque furioso de Abel Gnecco expulsando a Córdoba, Perotti, Olarticoechea y el uruguayo Carrasco antes de los 15 del primer tiempo y enrareciendo bastante el clima, llegó la noticia de un penal errado por el Ciclón. Pero nada como para descorchar ya que Boca y Racing se raspaban de lo lindo en la Bombonera.
Nervio va, nervio viene, antes de que termine el primer tiempo empezaron a llover las buenas noticias. Primero con las radios que confirmaban que Sarmiento de Junín (28 puntos) metía dos goles de entrada sobre el ya descendido Colón. Resultado que dejaba la B a suerte y verdad entre Argentinos (27 puntos) y San Lorenzo (28 puntos). En realidad Talleres (27 puntos) también estaba hasta las bolas, y más teniendo en cuenta que jugaba el clásico contra Instituto en el Chateau. Pero sigamos con las buenas noticias. Hubo gol de penal del Loco Salinas para el Bicho ante San Lorenzo. Y a los dos o tres minutos, llegó la yapa: el gol de penal de Maradona a Vivalda en el arco del Riachuelo que aseguraba el título. Pero hubo más y llegó lo único que faltaba. Con el arranque de los segundos tiempos, la T se descolgó con un par de goles que mandaban a los de Boedo al fondo del mar. Bingo (?).
Uno podría suponer que con el partido 1-0 a favor de Boca y ya sin importar lo que estaba pasando con Ferro, la cosa daba como para tirar la casa por la ventana y escuchar tranquilos como San Lorenzo se iba a la B. Pero no, para qué (?). A los 43 del segundo tiempo, con el triunfo de Talleres ya confirmado y los festejos oficialmente desatados en las tribunas de la Bombonera, hubo que bajar a tierra obligatoriamente con un descolgadísimo gol de Racing. Una guapeada de Van Tuyne ayudada por la siesta del Colorado Suárez que terminó con un cabezazo de Roldán entrando por el segundo palo. El puñado de hinchas de Racing que estaban en la segunda bandeja visitante rodeados de miles de hinchas de Boca, gritó el gol y hasta quiso asustar a la multitud con que lo daban vuelta. Tomá mate (?). Para colmo, al toque se fue expulsado Pasucci. Pero la hinchada de Boca reaccionó inmediatamente, no hubo silencio atroz que valga y gritó para poner las cosas en su lugar. Igual no pudo evitar una última intentona de la Academia que terminó en un buscapié rasante que pudo haber desatado una tragedia mayúscula (?). Un triunfo de Racing hubiera forzado a un desempate Boca - Ferro, ya que los de Griguol goleaban fácil a Platense en cancha de Atlanta.
El pitazo final desató la locura. Desordenada vuelta olímpica, Diego en andas, la novia correteando dentro del campo de juego, el barrilete tratando de ganar el cielo y la confirmación de que por primera vez en la historia del fútbol argentino, un equipo grande se iba a la B. Una verdadera pena por el Toto Lorenzo y el Chapa Suñé que no pudieron torcer el destino del conjunto de Boedo.
Los festejos siguieron hasta bien tarde con los protagonistas tratando de hacer balances en medio del carnaval desatado por la hinchada. Por ejemplo, mientras el Loco Gatti se terminaba de secar el pelo con su secador eléctrico, Maradona terminaba su baño de inmersión y derrochaba alegría: “...me siento muy feliz. Boca salió campeón y al final Argentinos se quedó en primera. Yo ya tenía todo calculado por si Argentinos tenía que jugar un desempate el lunes: le pedía permiso a Grondona para viajar el martes y me iba a la popular con una bandera roja a hacer fuerza. Pero no me puedo quejar de nada. Boca es campeón. De alguna manera yo me sentía culpable de lo que pasó en Rosario y no quería ni pensar en Boca perdiendo el campeonato. Sí, me pesaban mucho los dólares que se pagaron por mí. Aunque en la cancha me olvidara de todo. Gracias a Dios en el momento del penal estuve sereno. Ni me acordé del anterior. A la mañana recé mucho. Le pedí a Dios por Boca y por Argentinos. Tenía una fe ciega porque Él estaba conmigo..”.
Los festejos siguieron hasta bien tarde con los protagonistas tratando de hacer balances en medio del carnaval desatado por la hinchada. Por ejemplo, mientras el Loco Gatti se terminaba de secar el pelo con su secador eléctrico, Maradona terminaba su baño de inmersión y derrochaba alegría: “...me siento muy feliz. Boca salió campeón y al final Argentinos se quedó en primera. Yo ya tenía todo calculado por si Argentinos tenía que jugar un desempate el lunes: le pedía permiso a Grondona para viajar el martes y me iba a la popular con una bandera roja a hacer fuerza. Pero no me puedo quejar de nada. Boca es campeón. De alguna manera yo me sentía culpable de lo que pasó en Rosario y no quería ni pensar en Boca perdiendo el campeonato. Sí, me pesaban mucho los dólares que se pagaron por mí. Aunque en la cancha me olvidara de todo. Gracias a Dios en el momento del penal estuve sereno. Ni me acordé del anterior. A la mañana recé mucho. Le pedí a Dios por Boca y por Argentinos. Tenía una fe ciega porque Él estaba conmigo..”.
La joda siguió más tarde en La Cantina de David donde fue parte del plantel y un Diego a pleno con todo su séquito (?). A pedido de Galíndez y unos amigotes hinchas de Argentinos, se puso un gorrito piluso color rojo, pero rápidamente aclaró los tantos y hasta se fue en promesas: “...a toda la gente de Argentinos quiero hacerle saber que mi presente es Boca, donde acabo de vivir una de las alegrías más grandes de mi vida ofrendándole el título a la hinchada. Pero alguna vez, no sé cuando, volveré a vestir mi primera camiseta...”.
Lo difícil que fue lograr esa vuelta olímpica en 1981 quedó sintetizada en el puntito de ventaja con que Boca terminó arriba de Ferro tras 34 fechas y en la voz de Roberto Mouzo: “...cuando Ferro empezó a acercarse me di cuenta que iba a ser muy duro. Fijate lo que pasó en Rosario: Central nos jugó un partido que ni siquiera pudo hacérselo a River por la Libertadores. En la calle sus hinchas nos insultaban. Yo me lo banqué más o menos bien, pero es terrible. Eso me confirmó que todos nos querían bajar. ¿Y Racing? Hasta el último segundo tuvimos que dejar la vida por el título...”.