Es verdad que el Loco siempre se mandó sus cagadas. Y hasta le estaba permitido (?) mandárselas. Pero como esos accidentes pasaban de tanto en tanto y eran muchísimas más las veces que salvaba partidos, el balance le dio siempre muy a su favor. Hasta la temporada 1987/88.
Allí no es que su idolatría haya bajado, pero el fogoneo constante de la barra brava en una guerra sin sentido, más el peso de la edad empezaron a mostrarlo casi como un arquero del montón. Y sus errores empezaron a verse bastante más seguido. Algo con Banfield en el Sur, uno alevoso con Ñuls, lo suyo contra Unión en Santa Fe. En fin, excesos de confianza que sin el respaldo popular ni los reflejos de años anteriores le empezaron a jugar definitivamente en contra. Si algo le faltó a semejante panorama fue lo ocurrido el 30 de abril de 1988 en la Bombonera. Un gran moco ante el peor rival y en el peor lugar: River y arco de Casa Amarilla.
En el superclásico de la segunda rueda del campeonato 1987/88 el River de Griguol vino a cancha de Boca pensando en el puntito que le sirva para entrar a la Liguilla mientras al mismo tiempo se mentalizaba a perder en la Supercopa. Boca estaba lejos de todo y era un barco a la deriva que flotaba de mitad de tabla para abajo.
La cosa es que a los 14 minutos del primer tiempo salió un pelotazo en profundidad del Da Silva gordo. Gatti llegó primero afuera del área y más que cómodo ante la arremetida medio de compromiso de Alzamendi. Pero el uruguayo, bastante pillo, le tapó el posible pase a Abramovich. El Loco entonces amagó e intentó una gambeta hacia adentro. Error. Alzamendí trabó, ganó, se acercó y tocó al gol con el arco vacío y sin que el cierre desesperado de Richard Tavares pudiera impedirlo. Una jugada fácil y totalmente inofensiva terminaba con River abriendo el marcador.
Como los trapitos sucios no se lavan delante ciertos rivales, no hubo reproches de nadie hacie Gatti y el partido siguió su curso. El Murciélago Graciani lo dio vuelta con un gol en cada tiempo y, confirmando que la tarde había arrancado torcida e iba a terminar igual, Ruggeri empató de cabeza faltando 15 minutos. Puto (?).
Nadie se cortó las venas ni se tiró del puente de La Boca. Pero Gatti quedaba medio en off side una vez más. Pero por supuesto y como hizo siempre, no le esquivó al bulto y dio la cara en pleno vestuario: “...yo juego así. Si lo gambeteaba a Alzamendi todo el mundo estaría diciendo el Loco es lo más grande del fútbol nacional, pero salió mal y entonces... Alzamendi es pícaro, tapó el pase a Abramovich, entonces me quedó la gambeta y él ganó la pelota. No me desesperé para nada, estaba súper motivado, lo demostré a los cinco minutos del gol, cuando hice una palomita fuera del área. Lo del gol de Ruggeri fue distinto. Fue foul, se apoyó en tres defensores de Boca para saltar. Passarella lo hacía igual. Yo no lo critico, hacerlo sin que se avive el juez es una virtud...”.