Fiel soldado del ciclo Lorenzo desde el primer hasta el último día, la trayectoria de Ernesto Enrique Mastrángelo supo durante esos años entre 1976 y 1979, de grandes actuaciones, goles claves y piques a fondo por la punta derecha del ataque boquense. Cosas que ayudaron y mucho a la conquista de títulos locales e internacionales.
Pero tras la intempestiva partida del Toto y la llegada de Rattín como director técnico, la buena estrella del Heber y la de Boca también, empezó a apagarse. El 10 de febrero de 1980 tras formar parte del once titular que cayó derrotado en Santa Fe contra Unión por la primera fecha del Metro, Mastrángelo tuvo una seria lesión en la rodilla que lo alejó de las canchas durante mucho tiempo.
Con 32 años y sin los avances en medicina deportiva que vendrían años más tarde, la carrera del Heber hasta se llegó a dar por terminada durante ese largo 1980 que tuvo a Boca a los tumbos domingo tras domingo. Ni hablar cuando en 1981 desembarcó un verdadero pelotón de refuerzos para poblar la mitad de cancha para adelante con mucha jerarquía. En particular la llegada del Pichi Escudero lo pasaba a retiro casi forzosamente.
Pero la vida y también la muñeca de Silvio Marzolini, le tenían reservado al Heber un guiño para que la despedida sea como un jugador de su calibre merecía: corriendo en la Bombonera, transpirando la camiseta y hasta contando con un par de chances de gol que le valieron una ovación de la hinchada de Boca.
El 31 de mayo de 1981, o sea a casi un año y cuatro meses de su último partido oficial, por la fecha 20 del Metro contra Huracán, Marzolini movió el banco, sacó al Chino Benítez y puso a Mastrángelo. Y nada de ponerlo en una goleada tranquila como para florearse. Con Huracán levantando increíblemente un 0-2 gracias al partidazo de Marangoni y el toqueteo de Morresi y Babington, el Heber entró para desnivelar el marcador y darle la victoria a Boca.
Fue exigido de cara al arco del Riachuelo pero quedó en evidencia que la explosión en su pique no era la misma de años atrás. Pese a eso forzó a una defensa del Globo que se metió muy atrás. Cosa que terminó por darle la victoria a Boca pasado el tiempo cumplido, luego de un tiro libre de Brindisi que peinó el uruguayo Krasouki y clavo la pelota en el ángulo.
Tras el agónico 3-2 fue todo alegría, aunque calculamos que el Heber debía tenen claro que el final de su película estaba ahí nomás: “...es lindo que se acuerden de uno. Ese gesto de la gente me llegó mucho. Físicamente ando bien, aunque algunos digan que estoy gordo. Peso 69 kilos y en la época de las copas, afilado, anadaba en los 71. Claro, no soy el mismo de antes, me falta aquel pique, pero igual sigo firme al pie del cañón. No es fácil volver a los 32 años, después de tanto tiempo de inactividad. Hoy estuve cerca del gol y eso para mí es importante. En uno me salió el tiro muy cruzado y en el otro la pelota me quedó alta y Pogany cubrió con el cuerpo. ¿Boca? Empezó como el Ajax y terminó como un equipo de colegio...”.
Esos 36 minutos jugados contra Huracán fueron los últimos del Heber en Boca. Un tipo que ayudó a escribir la historia grande Boca y que lo mínimo que merecía era despedirse jugando un rato en la Bombonera.