Así como el penal y termina de 1981 en cancha de River terminó en fiesta para toda la hinchada boquense, seis años más tarde en la misma cancha y el mismo arco, se dio una situación casi calcada pero que tuvo un final muy diferente a aquel de Maradona saltando con los puños apretados. Imposible olvidar a Comas en cuclillas sobre el punto penal y llevando la mano a su cara para atajar las lágrimas. Una enorme decepción para el Jugador Nro. 12 que pese a la pobrísima campaña de Boca en esa temporada 1987/88, había colmado el estadio Monumental.
Estamos hablando de un domingo 22 de noviembre de 1987 que había arrancado como los dioses gracias al penal que tiró a las nubes el Negro Palma y con un doblete inolvidable de la Chancha Rinaldi. Pero ese Boca del Toto Lorenzo no pudo sostener el trámite y se metió muy atrás. Cosa que con los protagonistas adecuados no tendría nada de reprochable. Pero si vas a aguantar con Genaro en el arco, el Flaco Fornés de dos y apostando todo a las contras del Coya Gutiérrez, la cosa se complica un poquito (?).
El tema es que River se dio cuenta que sólo tirando centros cruzados, la defensa de Boca casi que se hacía los goles sola. Así nomás. Y así nomás, a contramano de su historia, el equipo local dio vuelta el marcador. Pero el silencio invadió la escena cuando pasado el tiempo reglamentario un bochazo a la bártola sobre el área de River terminó con un cabezazo que ni siquiera buscó el arco sino bajar la pelota y que pegó en la mano del Tapón Gordillo. Estallido de la Centenario y plateas Belgrano, segundos de duda de Loustau y penal para alcanzar lo que hubiera sido a esa altura de la tarde un milagroso 3-3 final.
El árbitro aviso que con la ejecución se terminaba el superclásico y poco más queda para contar. Comas tomó carrera y fiel a su costumbre la quiso clavar bien arriba. Pero su zurdazo salió un par de metros largos arriba del ángulo superior derecho de Pumpido. En criollo, la tiró al cielo. Accidente que terminó dejando los dos puntos en Núñez.