viernes, 23 de abril de 2010

Nelson Vivas


La historia de Boca está abarrotada de tipos que defendieron dando ventajas a los rivales y maltratando la bocha pero que metiendo un par de piernas fuertes y algo de velocidad equilibraban la balanza. ¿Por qué entonces Nelson David Vivas dejó la imagen que dejó? Por un motivo simple: arribó al club presentado casi como una especie de Maldini. Y a la hora de los bifes, dentro del pasto, el contraste fue bestial.
De no haber llegado con tanto bombo y platillo hubiera sido uno más y merecería algo de consideración por haber sobrevivido tres años y medio en Boca, ponerse la camiseta en 98 partidos oficiales y ser titular de fierro para Menotti, Marzolini, Bilardo y Veira. Recién con la llegada de Solano, comió un poco de banco. Pero cuando el Bambino vio que el peruano era más útil de volante, le abrió la tranquera nuevamente y hubo un poco más de nuestro homenajeado. Lo que sería, por fin, su despedida de Boca allá por diciembre de 1997.
Para empezar, es imposible olvidarse de algo: su arribo fue por expreso pedido de César Luis Menotti, cosa que quedó recontra confirmada al ganarse la titularidad sólo por portación de apellido y postergar así a pibes que la venían remando de abajo como por ejemplo Aldo Paredes.
Para seguirla, hay que decir que debutó la noche del 10 de septiembre de 1994 por la segunda fecha del Apertura, en lo que sería uno de los tantos papelones de ese equipo: 0-0 en Rosario contra un Ñuls que jugó casi todo el segundo tiempo con nueve jugadores. Semejante arribo a una defensa que salía toda en línea a tirar el offside mientras los volantes rivales se metían como querían no fue un escenario ideal, es verdad. Pero el tiempo y otros sistemas tácticos le dieron la oportunidad de redimirse. Cosa que, obviamente, no pudo hacer.
Con Marzolini en 1995 tuvo mucha presencia, su acostumbrada velocidad y hasta un gol medio de emboquillada contra Ferro en la Bombonera por el Apertura. Muchos quisimos empezar a ver con buenos ojos a Vivas pero jamás hubo despegue sino todo lo contrario. Zona liberada y pérdida de confianza ya que domingo tras domingo, dejó de subir todos los tiros para tratar de abocarse a la suyo, cubrir el costado derecho de la defensa. Cosa que le costaba un Perú (?).
Llegó Bilardo en 1996 y claro está, se convirtió en un soldado táctico del doctor. Ya a esta altura nadie esperaba mucho, sólo que marque. Pero los problemas no sólo seguían sino que se agravaban en el bolonqui que fue ese equipo del Apertura. Formó líneas de tres, líneas de cuatro, pasó a mediacancha y si no terminó de arquero fue porque Bilardo encontró a otro reemplazante luego de su enfrentamiento con Navarro Montoya.
Cuando todos lo dábamos por muerto, no sin antes ganarse un par de rojas y meter un gol desde mitad de cancha frente a Huracán de Corrientes, se salvó raspando de la guillotina y formó parte del equipo de Veira. Recién a mediados de 1997, como ya dijimos, perdió terreno a manos del Ñol y tras la enorme frustración del subcampeonato a un punto de River en el Apertura, armó los bolsos y marchó a Europa.
Viendo su desfile en clubes de la talla del Lugano de Suiza, Arsenal de Inglaterra, Celta de España, e Inter de Italia, evidentemente los equivocados debemos ser nosotros. Su carrera se inició en Somisa de San Nicolás y Quilmes e incluyó un cierre en donde quemó sus últimos cartuchos dando lástima con River y nuevamente en el Cervecero.