En el medio del clima enrarecido que se instaló en el arco de Boca a mediados de 1988, el único que la tenía bien clara era Néstor José Merlo. Llegaba sabiendo que iba a ser el tercer arquero cómodo. Delante de él estaban nada más y nada menos que Gatti y un refuerzo estrella: Navarro Montoya. Así que sus chances eran prácticamente nulas.
Pero el destino hizo de las suyas y cuando hablamos de clima enrarecido, nos referimos a la novela que generó esa pretemporada. Pastoriza, testigo directo de la flojita temporada 87/88 del Loco, pidió dos arqueros y tardó casi nada en meter el cuchillo a fondo. Tras el moco de Hugo Orlando en la primera fecha contra Armenio, lo limpió quedando la titularidad para el Mono y el banco de suplentes y una luz de espèranza para nuestro homenajeado.
Pese a semejante golpe de suerte de ver como quedaba desafectado el primer arquero del plantel, pudo jugar sólo 2 partidos oficiales. Ambos por la Libertadores 1989, en Perú y con derrotas 0-1 frente a Universitario y a Sporting Cristal. Ni hace falta aclarar que Pastoriza mandó muletos priorizando la lucha mano a mano con Independiente en el torneo local. Algo es algo.
Se sacó las ganas pisando pasto argentino en amistosos frente a Racing y Gimnasia de Mendoza, partidos que guardará seguramente en su memoria pero que no los pudo jugar completos. Entró por el Mono en el segundo tiempo. Igual, el colmo fue lo que le pasó en julio de 1989 frente al Combinado de Gral. Sarmiento en la cancha de Juventud Unida. Porque arrancar como titular y tener que dejarle el arco a la eterna promesa de Giraldi pareció mucho. No quedaban dudas que las preferencias del Cai Aimar, recién llegado a la dirección técnica, apuntaban a otro lado.
Su carrera, tras su silenciosa estadía en el xeneize, usó todo un placard de camisetas. A saber: Deportivo Español, Arsenal, dos ciclos en Chaco For Ever, Estudiantes, Quilmes, Chacarita, Aldosivi de Mar del Plata y San Martín de Burzaco.
Pero el destino hizo de las suyas y cuando hablamos de clima enrarecido, nos referimos a la novela que generó esa pretemporada. Pastoriza, testigo directo de la flojita temporada 87/88 del Loco, pidió dos arqueros y tardó casi nada en meter el cuchillo a fondo. Tras el moco de Hugo Orlando en la primera fecha contra Armenio, lo limpió quedando la titularidad para el Mono y el banco de suplentes y una luz de espèranza para nuestro homenajeado.
Pese a semejante golpe de suerte de ver como quedaba desafectado el primer arquero del plantel, pudo jugar sólo 2 partidos oficiales. Ambos por la Libertadores 1989, en Perú y con derrotas 0-1 frente a Universitario y a Sporting Cristal. Ni hace falta aclarar que Pastoriza mandó muletos priorizando la lucha mano a mano con Independiente en el torneo local. Algo es algo.
Se sacó las ganas pisando pasto argentino en amistosos frente a Racing y Gimnasia de Mendoza, partidos que guardará seguramente en su memoria pero que no los pudo jugar completos. Entró por el Mono en el segundo tiempo. Igual, el colmo fue lo que le pasó en julio de 1989 frente al Combinado de Gral. Sarmiento en la cancha de Juventud Unida. Porque arrancar como titular y tener que dejarle el arco a la eterna promesa de Giraldi pareció mucho. No quedaban dudas que las preferencias del Cai Aimar, recién llegado a la dirección técnica, apuntaban a otro lado.
Su carrera, tras su silenciosa estadía en el xeneize, usó todo un placard de camisetas. A saber: Deportivo Español, Arsenal, dos ciclos en Chaco For Ever, Estudiantes, Quilmes, Chacarita, Aldosivi de Mar del Plata y San Martín de Burzaco.