Lo bueno de tener instalado en la primera de Boca, yendo y viniendo durante 12 años, a un monstruo como el Negro Ibarra, es que se pudo disfrutar de la presencia de un crack con todas las letras. Pero al mismo tiempo, si hay que ver el vaso medio vacío (?), pasó que varios interesantes proyectos de las inferiores quedaron totalmente tapados. Como por ejemplo, Guillermo Miguel Valdez.
Marcador de punta derecho, grandote, pero muy técnico y de buen tranco (?), nacido en la provincia de Santa Fe en febrero de 1978 y que tras desandar Casa Amarilla llegó a estar punto caramelo en el momento indicado. O sea, tras la llegada de Carlos Bianchi con la obtención del Apertura 98 bajo el brazo.
Así fue como luego de mostrarse en varios amistosos, entre los que se encuentra el partido contra la Católica de Chile para matar dos pájaros de un tiro y hacerle la despedida atrasada a Gatti mientras se festejaba ese Apertura 98, tuvo en el verano de 1999 el rodaje y los rendimientos necesarios como para encandilar a hinchas y probablemente hasta al propio Virrey. Claro que ganarle el puesto a ese Hugo Ibarra, viéndolo ahora, era algo totalmente imposible.
Pero así y todo tuvo su premio y Bianchi, excelente manejador de los momentos, supo cuando tirarlo al fútbol grande para hacerlo debutar. Fue el domingo 13 de junio de 1999 en la goleada 4-1 a Lanús por la fecha 18 del Clausura. Con vuelta olímpica antes del partido y gigantesca copa inflable en la mitad de cancha incluida, la zaga xeneize esa jornada de festejos fue con Valdez de cuatro, Bermúdez y Samuel como centrales y el Vasquito Arruabarrena por la izquierda. La verdad, un lujo para el pibe.
Evidentemente el buen rendimiento de esa fría tarde le valió la titularidad al sábado siguiente para cerrar el bicampeonato en Santa Fe. Noche que terminó 2-2 con Unión pero ya con un jeroglífico fondo algo más improvisado. Nuestro homenajeado, Coloccini, Dollberg y Matellán. Bianchi lo hizo (?).
En el segundo semestre de 1999 tuvo un par de partidos en la Copa Mercosur, siempre banco de experimentos para el DT. Así fue como miró de afuera los partidos contra San Lorenzo y el San Pablo, pero jugó los dos contra la Católica de Chile. El último, con victoria 3-1 de visitante, significó la eliminación de Boca de la competición tras un sorteo contra el Corinthians ya que no clasificaban todos los segundos de cada grupo. Putos (?).
Ese cuarto partido con la azul y oro significó al mismo tiempo su despedida del xeneize ya que las oportunidades no volverían a aparecer y, no sabemos si ansioso, mal aconsejado, o ambas cosas terminó recalando al poco tiempo en el impresentable negocio del Badajoz en España. Luego no hizo otra cosa que confirmar que una decisión inoportuna puede cambiar un rumbo drásticamente. Se puso las camisetas del Savoia de Italia, Racing de Ferrol, en la temporada 2001/02 nuevamente en el país las de Ferro e Instituto para volver a irse y aterrizar en el Ionikos de Grecia y al Materas del ascenso italiano.