La noche del 4 de noviembre de 1998 Boca recibió en la Bombonera al Palmeiras con un objetivo bien concreto. Y chivo. Dar vuelta el 1-3 del partido de ida por los cuartos de final de la Copa Mercosur.
Pero pese a la misión complicada, Bianchi plantó en cancha un mix ya que horas después había una excursión clave al Nuevo Gasómetro para empezar a cocinar el Apertura. Por tal motivo, salieron de entrada Pato Abbondanzieri, Ibarra, Traverso, Samuel, Matellán, mellizo Gustavo, Chino Pereda, Navas, Riquelme, Bolita Giménez y Emiliano Rey.
El primer tiempo pasó sin pena ni gloria, cosa que obligó al Virrey a salir de su habitual calma y hablando en criollo, quemar las naves. Por eso, a los 8 del segundo tiempo entraron en malón Cagna, Guillermo y Palermo. Hubo acorralamiento, cascoteo a los brasileros y hasta gol del Titán a los 13. Pero la ilusión duró poco porque a los 25 empató Alex de cabeza y la cuenta regresiva para evitar la eliminación fue a puro nervio en busca no ya de un gol, sino de dos para tratar de forzar los penales. Goles que por otra parte no iban a llegar.
Pero sobre el final, en una de las tantas montoneras que se daban en el área paulista, hubo un choque entre Palermo y Agnaldo. El brazuca tiró un cortito y Palermo lo encaró. Entre Galeano y el arquero trataron de separar y poner paños fríos, pero el Tirán no quiso saber nada. Se los sacó de encima, corrió a Agnaldo por toda el área y le tiró un par de aparatosas piñas que no llegaron a destino. En un momento hasta pareció que la cosa se generalizaba, pero lamentablemente (?) no.
La escena terminó como debía ser. Pique del árbitro uruguayo Méndez, roja en el aire y duchas para los dos ya casi sobre el minuto 90.