Pasado un tiempo prudencial del ciclo Lorenzo, en el que Boca metió varias e importantes vueltas olímpicas, muy de a poquito empezaron a ver la luz algunas cábalas que ponían en práctica tanto el Toto como aquel plantel de Boca. Así que nada de darle méritos a la preparación física, ni a cosas circunstanciales (?) como las atajadas de Gatti, la zurda de Zanabria o los piques y goles de Felman y Mastrángelo. Mucho años antes del celular de Dios y del talco, Boca tuvo todo un repertorio de cábalas.
La formación para los fotógrafos antes de comenzar los partidos. Fue propuesta por el Colorado Suárez, que casualmente en esta foto no está. Obligatoriamente tenían que formar siete jugadores parados y cuatro en cuclillas. Y una de las pelotas tenía que estar debajo de Salinas pero sin que la toque.
El Toto Lorenzo jamás te pisaba una línea de cal. Ni loco. Además cada vez que Boca jugaba con River, Lorenzo comía siempre en el mismo restaurante, se sentaba siempre en el mismo lugar del micro (segundo asiento del lado de la ventanilla) y tenía la costumbre de hacerlo parar a mitad de camino para bajar a comprar chicles que posteriormente repartía entre los jugadores
Si iba escuchando algún partido de River por radio, la prendía y apagaba haciendo fuerza para que el rival llegue al gol. Un groso.
Por último vemos al doctor del plantel, Carlos Feris en brazos de Ernesto Mastrángelo. Una escena que se repetía religiosamente antes de cada partido de Boca durante 1978. Pero la cosa no terminaba ahí. El Heber con el doctor a upa, se ponía a cantar y a bailar una piragua colombiana. Todo a minutos de salir al campo de juego.
Sumaron y mucho (?) otras cábalas. Como la de Santos, que se ataba una cadena de identificación con tela adhesiva. O la del Chino Benítez que se vendaba alternativamente los dedos de cada pie. Había algunas exclusivas para partidos de Libertadores: como Mouzo saliendo último del vestuario o el ponchito salteño rojo y negro que usaba Pancho Sá en invierno.
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Gracias al Coleccionista de Boca
