domingo, 22 de agosto de 2010

La llegada de Maradona a Boca en 1981


A principios de 1981 y después de una interminable novela entre los presidentes Benito Noel y Próspero Cónsoli, Boca y Argentinos Juniors llegaron a un acuerdo y metieron todos los ganchos necesarios para que Diego Armando Maradona, ya el mejor jugador de fútbol del momento, se pusiera la camiseta de Boca. No vamos a entrar en detalles legales sobre el papel jugado por el Barcelona, ni mucho menos en temas económicos. Lo cierto es que el club se endeudó hasta las manos en una época donde el dólar se iba a las nubes y hasta armó un combo de jugadores para mandar con moño y todo a La Paternal. El paquete estaba conformado por ídems y otros que no lo eran. A saber: Santos, Bordón, Zanabria, Salinas y Randazzo. Obviamente había intenciones de limpiar el plantel.
Cuando hablamos de interminable novela nos referimos a semanas enteras de idas y vueltas, adornadas por la presión que metía la gente del Bicho para no vender a su joya. De hecho, el martes 10 de febrero, el plantel de Argentinos tuvo que ir a entrenarse al Club de Teléfonos porque la mano venia pesada en La Paternal: aparecieron diez tablones de la cancha incendiados, una horca pintada con los nombres de Consoli y otros dirigentes de peso y mucha amenaza telefónica. El utilero Miguel Di Lorenzo, bah (?), Galíndez, se encargó de blanquear todo: “…yo atendí una vez y me asusté en serio. Me dijeron que con el canchero nos fuéramos enseguida porque iban a quemar todo…”.
En el medio de ese clima enrarecido llegó finalmente la hora señalada. El viernes 20 de febrero por la mañana, Diego y Jorge Cyszterpiler cayeron a bordo de un Mercedes 450. Faltando una cuadra para llegar a la cancha, hicieron un cambiaso de auto para despistar a la guardia periodística, y en un Ford Taunus entraron por el portón de acceso al estacionamiento. El revuelo y las corridas de los periodistas fue un poroto después de ver a malones de gente salir de la pileta del club en busca de un autógrafo del nuevo refuerzo.

Tras la firma, se organizó ahí nomás para ese mismo viernes 20 de febrero por la noche, un amistoso contra el Bicho en La Boca. Evidentemente importó poco y nada que Maradona estaba físicamente al límite por un tirón producido en su último entrenamiento con Argentinos. En esa calurosa jornada, el partido/excusa convocó a multitud de gente y periodistas ansiosos por ver el instante clave: la salida del Diez por el túnel con la camiseta xeneize. Pero hubo que esperar 45 minutos para las fotos, ya que Maradona jugó el primer tiempo para Argentinos y recién el segundo para Boca.

Tras el descanso y con Boca arriba con gol de Mouzo, Diego se sacó la camiseta de Argentinos, se la regaló a Francis Cornejo y se mudó del vestuario visitante al local. Escuchó a Marzolini darle pista a Falopa Randazzo para que pueda entrar y quedó todo listo. La salida de Boca al campo de juego para el segundo tiempo fue conmovedora. Los flashes iluminaron la boca de lobo que era la Bombonera en esa época e inmortalizaron el momento histórico. Y el propio Diego quedó shockeado: “…ojalá todos los clubes tuvieran una hinchada como la de Boca. Es sensacional. Comprendí cuánta grandeza tiene el día que jugando para Argentinos le metí cuatro goles en cancha de Vélez. La hice cuatro y esa hinchada me ovacionó…”.

Comenzó el segundo tiempo y senseguida empató Argentinos, pero era claro que la cosa no podía terminar de semejante manera. Maradona, que prácticamente no podía moverse, anotó de penal su primer gol en Boca y puso el 2-1. Pero en el final hubo una siesta y el Bicho lo dio vuelta con goles de Olarán y el ex Boca Bordón.
La formaciòn inicial puesta por Marzolini fue Gatti, Colorado Suárez, Acevedo, Mouzo, Cacho Córdoba, Quiroz, Chueco Alves, Randazzo, Pichi Escudero, Muñeco Outes y Perotti.

Cuarenta y ocho horas después del debut, la única vez que Maradona usara medias Adidas azules en Boca, se dio el estreno oficial. Fue el domingo 22 de febrero de 1981, por la primera fecha del Metro y con goleada 4-1 a Talleres en una Bombonera que reventó de gente y tuvo que cerrar sus puertas dos horas antes del encuentro ante las avalanchas de los hinchas que soñaban con sacar una popular en las viejas ventanillas del estadio, coparon de vereda a vereda la calle Pinzón desde del Valle Iberlucea hasta Almirante Brown y fueron invitados a retirarse a puro bastonazo de la Montada luego de que soltara los caballos entre la multitud.
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Gracias a Guille y a Javier Romero por la colaboración