Como tres veces en ocho días es demasiado (I, II y III), tanto Boca como Japón dejaron pasar un par de años para volver a trenzarse en lucha. Así, el martes 11 de julio de 1989 y aprovechando un receso en el fútbol local por la Copa América, el seleccionado asiático se mandó una mini gira por estas tierras. Y la Bombonera obviamente fue escala obligatoria.
En una tarde soleada pero con un tornillo tremendo, el Cai Aimar daba sus primeros pasos y plantó un equipo con una delantera media rara. A saber: Navarro Montoya, Chiche Soñora, Simón, Erbín, Ivar Stafuzza, Villarreal, Marangoni, Latorre, Alfredo Graciani, Porota Barberón y Comas.
El trámite venía tipo solteros contra casados y Boca ganaba tranquilo 2-0 con goles de Soñora y Latorre. Pero un tal Kurosaki clavó dos pepas en los últimos veinte y provocó un inolvidable abrazo oriental en mitad de cancha tras el pitazo final de Mario Gallina.
La delegación japonesa abandonó rápidamente el país y se fue a Brasil, en donde siguió aprendiendo a base de derrotas esto de jugar al fútbol. Eso sí, cargaron en sus bolsos un lindo recuerdo al llevarse la receta de un postre que causó sensación en el campamento japonés: los ñoquis con dulce de leche. En la foto, vemos a Graciani tratar de escaparse de Mochizuki y Moriike.
En una tarde soleada pero con un tornillo tremendo, el Cai Aimar daba sus primeros pasos y plantó un equipo con una delantera media rara. A saber: Navarro Montoya, Chiche Soñora, Simón, Erbín, Ivar Stafuzza, Villarreal, Marangoni, Latorre, Alfredo Graciani, Porota Barberón y Comas.
El trámite venía tipo solteros contra casados y Boca ganaba tranquilo 2-0 con goles de Soñora y Latorre. Pero un tal Kurosaki clavó dos pepas en los últimos veinte y provocó un inolvidable abrazo oriental en mitad de cancha tras el pitazo final de Mario Gallina.
La delegación japonesa abandonó rápidamente el país y se fue a Brasil, en donde siguió aprendiendo a base de derrotas esto de jugar al fútbol. Eso sí, cargaron en sus bolsos un lindo recuerdo al llevarse la receta de un postre que causó sensación en el campamento japonés: los ñoquis con dulce de leche. En la foto, vemos a Graciani tratar de escaparse de Mochizuki y Moriike.