Se encendió el cartel electrónico aquel 31 de marzo de 1998 y el cambio ordenado por el Bambino Veira significó la posibilidad de jugar sus últimos 2 minutos en Boca: afuera Claudio Paul Caniggia, consagrado del fútbol mundial y afiladísimo en aquel entonces de cara al mundial de Francia, y adentro Diego Gastón Herrera, centrodelantero corpulento oriundo de Chivilcoy y nacido en mayo del 79.
Esa noche en el amistoso contra la selección de México en cancha de Boca, casi sin tiempo de mostrarse y ya con el partido liquidado, no pudo hacer otra cosa que despedirse de la camiseta xeneize. Una lástima (?). La vida le tenía depararado un tour por casi todo el planeta. A saber: Deportivo Táchira, Palermo de Italia, Lugano de Suiza, y en España el Real Jaén, Universidad Las Palmas, Ceuta, Alcoyano, Lucena y Roquetas. Ah, hubo algo en el Alki Larnaca de Chipre.
Antes de esos dos minutos con los aztecas había tenido su bautismo oficial en la última fecha del Clausura 97. Un partido contra Gimnasia de Jujuy en la Tacita del Plata que no sólo fue un 0-0 enorme sino que mostró una alineación xeneize, como mínimo, deformación (?). Al arco Sandro Guzmán. Abajo Zapella, Del Río, Matellán y Germán Gallo. En el medio Raúl Peralta, Cagna, Luis Calvo y Rubén Cantero, Y arriba los encargados de meterla en el arco contrario, “Suchard” Ruiz y Pedro Gonzállez. La cosa es que aquel 12 de agosto de 1997 nuestro homenajeado entró por Cantero faltando 13 minutos tras recibir la orden del interino Pogany. ¿Qué hacía el Gringo ahí sentado? Nada, costumbre sólo que el banco de suplentes había quedado vacante con el Bamba abocado a la pretemporada a días de la Copa de Invierno.
Hubo otro amistoso unos meses antes, un caótico 0-3 contra la Liga en Quito, dónde pudo al menos jugar media hora de corrido. Pero nada más. Tres partidos, uno sólo oficial, en donde no estuvo ni cerca de ratificar lo prometido en inferiores. ¿Motivos? Para empezar, Caniggia, Latorre, Guillermo, Palermo, Rambert, Manteca Martínez y Pájaro Hernández.